viernes, 10 de octubre de 2008

Fecha 2


Belizard


Cuando Nellens salió de Garrat, se fue hacia el norte, una tormenta de nieve muy fuerte lo sorpendió en el camino. La nieve le llegaba hasta la rodilla, vio montañas a la distancia, lo separaban de ellas aproximadamente cinco kilómetros. Tuvo la extraña sensación de que una de esas montañas se movía, parecía una torre en movimiento. Cuando llegó a ese lugar varias horas después vio la tierra podrida por donde había pasado.
Se durmió, al despertar vio unas patas con pezuñas que pasaban a su lado, que no se hundían en la nieve. Se incorporó para seguirlas y vio una caravana, era gente común que iban montados en renos. Se bajó la capucha e intentó alcanzarlos. Una carreta se frenó, el conductor le señaló atrás, indicándole que subiera. La caravana iba hacia las montañas, ese fue el momento en que vio al monstruo más de cerca, la tierra por donde había pasado estaba muerta y se estaba por introducir en el mar.
-Disculpe ¿qué es eso?- le preguntó al conductor de la carreta.
-Eso, eso es una maldición, es el castillo de un señor de la muerte.
Nellens había escuchado que ellos eran los guardinales corrompidos en la Guerra del Caos. Ese era “Máscara de los Inviernos”
-¿Para qué lado van?
-Queríamos cruzar las montañas, hacia Morwell.
-Si me puede llevar hasta allá ayudaré en lo que pueda.
-¿De dónde viene?
-De Belizard.
-¿Y eso dónde queda?
-Bien al sur- Y Nellens no mencionó que quedaba a dos años y medio de viaje rumbo a esa dirección- Es muchos días al sur.
-Si quiere acomódese ahí y descansa.
-Luego si quiere lo relevaré.
-Gracias, pero no hace falta.
Todo estaba cubierto de nieve, debajo la tierra estaba consumida. Alrededor se levantaban las ruinas de lo que había sido alguna vez un pueblo, las piedras de lo que habían sido casas estaban negras, carbonizadas.
-Tan bonito que es el mundo y estos que lo están destrozando.
-Nosotros somos simples humanos, no tenemos a nadie que nos defienda. A los elfos los defienden los Elandrin. A nosotros nadie.
Llegaron a un pueblo que aún continuaba en pie. Tenía altas empalizadas, y estaba protegido por una muralla de piedra. Las torres eran sencillas. No habitaba mucha gente allí, como mucho serían unas ochenta personas. A ellos los estaba dirigiendo una caravana de renos, el líder desmontó y llegó hasta ellos. Tenía unos sesenta años de edad, en su rostro se reflejaba la sombra de muchas batallas, su cabello era blanco y contrastaba con sus ojos muy azules.
Él les dijo que las cosas no andaban bien, que aún así el se estaba por retirar “al descanso”. Ellos sabían que esto significaba dirigirse hacia el norte, hacia los hielos, y no regresar jamás.
-Ese viejo es “Toro del Norte”. Es uno de los pocos humanos que conoce a la Madre Oso.- le informó.
-¿Ustedes van a parar aquí?- le preguntó Nellens.
-Venimos a vivir acá, porque no nos queda otra opción.
Nellens lo ayudó a desmontar. Entre un montón de pieles a no muchos pasos de donde se encontraban, distinguió dos ojitos. Cuando se levantó, vio que el montón de pieles era el vestido de una señora mayor, que agarró su bastón, y se marchó de allí.
En ese momento Alexia y Null entraban al pueblo. Todo el mundo dirigió la mirada hacia ellos, sus ropas eran demasiado elegantes para un pueblo que no conservaba más que las mínimas esperanzas.
-Siempre haciendo la misma entrada vos…- le reprochó Nulls.
-Pero si vos estás vestido igual que yo- le dijo ella.
Enseguida repararon en Nellens. Tenía el pelo color gris, los ojos negros (no solo las pupilas sino en su totalidad), estaba vestido con una piel muy abrigada. Y por sus ojos se dieron cuenta de que era un dragón.
Nellens se dirigió hacia el lugar donde había entrado la mujer. Cuando entró vio que delante de ella tenía una caja, llena de arena, donde estaba jugando con cinco vértebras de algún animal muy pequeño.
-Bienvenido hijo del vacío- lo saludó.
-Muchas gracias.
-Espero que el resto esté por venir.
-Perdón ¿cómo sabe…?
Ella le sañaló sus ojos.
Luna y Lareth no tardaron también en ingresar al pueblo. Ellos ya habían estado allí, después de todo Luna había ayudado a liberar a “Toro del Norte” de la maldición que lo tenía prisionero. Alexia se acercó a Luna y le llamó la atención.
-Nosotros vamos a ir a hablar con el dragón.
-¿Qué? ¿Dragón?
-El señor… el de los ojos negros.
Entonces mientras Alexia y Nulls se dirigían hacia donde habían visto entrar a Nellens, Luna iba a hablar con Jurgen (tal el nombre de “Toro del Norte”).
Cuando entró a la tienda había otro hombre a su lado, bastante más joven, todos se pararon al entrar ella. Cuando Jugen agachó la cabeza todos hicieron lo mismo. Ella le informó que el ataque a Hendial había sido breve, pero que le preocupaba el castillo.
-El Jurgenot.
-Hemos venido con un tiefling, un hombre lobo, dos celestiales, una cadormen, ah! Y nos dijeron que hay un dragón en tu pueblo.
Él se sorprende.
-Iremos a ver a Barraí para ver que hacemos con el castillo- y luego agregó- Deberían buscar un lugar para asentarse. Necesitan un lugar donde vivir.
-El mundo es así…
-No, antes teníamos una ciudad.
-Y un sueño. Pero hay que luchar. Por lo menos tenemos la surte de tenerlos a todos ustedes. Hay otras tribus que vienen hacia aquí. Sea como sea, no vamos a poder detener al Jurgenot.
-Tienen que ir hacia otro lado.
-Sí, al sur, a Arven pero no sé como nos recibirán. O a Rittardast, la tierra de los caballos.
Cuando salen se lo encuentran a Krossel que les dice:
-Se metieron en la choza aquella- les señala.
-Esa es la choza de mi ex mujer, ella está un poquito… Bueno, dice que puede ver el futuro.
Null aplaude antes de entrar. Nellens es el que abre la puerta y los deja pasar. Ellos ven a la mujer que seguía jugando con las vértebras en su caja de arena. Todos se presentan y luego de un breve diálogo con Nellens la mujer dice:
-Llegará el momento en que todos tendremos que luchar contra los Aasimar.
-¿Por qué dice eso?- le pregunta Alexia.
Ella levanta un hueso que es dorado, pero se transforma en rojo al instante.
-Pregúntenle a la Madre Oso.
-¿Qué hace un dragón acá?- le pregunta Null.
-Sentía que debía venir para aquí.
En ese momento entra Jurgen junto a Luna. La señora se tira para atrás instintivamente cuando ella entra a la choza.
-¿Qué querés?- le pregunta a su ex esposo.
-Vengo con invitados, comportate.
Luna se sienta y le hace una reverencia a la señora que pone cara de terror. Luna le pregunta a Jurgen por lo bajo qué es lo que le pasa.
-¿Pasa algo?- le dice ella.
-Que tanto sabe usted sobre su origen, sobre el origen de todo esto.
-¿A qué te refieres?
-A tu poder.
-Es un don familiar.
-¿Te dijo la Madre que es tu don realmente?
-Si por algo no me lo dijo es porque quería que no me entere. Si tu quieres decírmelo ahora estarías desafiando sus conocimientos. Nunca me pregunté de donde salía el don.
La mujer le entregó una especie de crisálida. Luna la tomó y le preguntó:
-¿Y esto? ¿Qué vivía aquí dentro?
-Ahí estaba el espíritu de nuestra tierra.
-¿De ahí viene el don?
-Puede ser…
-Debo suponer que me odias.
-A ti no, a la otra mitad.
-A Máscara de los Inviernos.
-Ojalá fuera a él.
-Ahora iremos a hablar con la Madre Oso.
-Pregúntale a Barraí sobre la dualidad.
-Dormiremos aquí y mañana partiremos.
-¿Hay algo más que debamos saber?- le preguntó Alexia a Luna.
-Solo que mañana iremos a ver a la Osa.
Luna tuvo una visión, lo vio a Toro del Norte, yendo por la nieve. Vio que una persona bañada en luz le tocaba la frente. Vio fuego y una ciudad destruida, y escuchó una risa maligna en el aire.
-Es un futuro posible.

Cuando salieron de la tienda, Luna lo vio a Krossel, estaba comiendo de una cacerolita. Era una sopa de leche de reno con pedazos de verdura y levantó con el dedo un minúsculo pedacito de carne.
Luna se sentó a comer a su lado y le ofrecieron la misma sopa. Vio que Krossel se levantaba, espada en mano y se iba hacia las afueras del pueblo.
Luna hizo un efecto para que hubiera un clima más benigno en el pueblo. La gente comenzó a verse más contenta. Un hombre agarró su instrumento y comenzó a tocar música, mientras Luna cantaba. Lareth sacó a bailar a Alexia, ella no sabía bailar, pero aprendía rápido. Nellens bailaba con Dalia. Null fabricó luces que danzaban alrededor. Realmente en esos momentos no importaba si fuera había Señores de la Muerte dispuestos a destruirlo todo, era un momento único, de esos que quizás no vuelven a repetirse, y había que disfrutarlo mientras se pudiera. Krossel regresó momentos después, traía cuatro jabalíes atravesados en su enorme espada y los puso sobre el fuego. Había comida para todos y todos se saciaron.
Una chica muy bonita de ojos verdes y cabello castaño sacó a bailar a Null, era muy agradable conversar con ella. Y no era como las demás mujeres que él hubiera conocido (ni hablar de su futura mujer que vivía dándole órdenes).
Ella lo llevó a una tienda para poder hablar con él. Cuando regresó todos lo vieron venir de la mano con la niña y notaron que se estaban dirigiendo hacia “Toro del Norte”. La niña le dijo algo al oído.
-¿Estás segura?
-Sí abuelo.
-Honorable señor- le dijo Jurgen pero a la vez no tenía ni idea de quién era. La miró a Luna, ella pareció indicarle que estaba bien.
-Gran señor- le dijo Null. Aunque a la vez estaba bastante sorprendido, no esperaba que su futura esposa fuera la nieta del líder del pueblo.
-Es un honor que la haya elegido.
-El honor es mío.
-Es un honor que haya decidido pertenecer a nuestra tribu y darme una alegría antes de partir. Y no quiero que nadie me vea hacerlo, que la vida sea próspera para todos- fueron sus últimas palabras. La niña sabía lo que iba a ocurrió y lloró en silencio.
-¿A dónde va a ir tu abuelo?- le preguntó Null.
-Le llegó el momento, se va a reunir con nuestros antepasados.
-Tu dirás, conoces mejor a tu pueblo que yo ¿podemos cortar este silencio?
-Acabamos de perder a nuestro líder, ahora el Consejo de los Padres va a elegir a nuestro heredero. No te preocupes no vas a ser vos.
Él se quedó callado y ella le dijo:
-No te veo muy contento de ser mi marido.
-Quizás deberíamos hablar en un lugar más privado.
Mientras Luna que vio a Jurgen yéndose a su tienda le dijo a Lareth:
-Deberíamos hablar con Jurgen, quizás no es el momento para que se retire.
Luna lo siguió y entró poco después que él.
-Hey ¿estás seguro de lo que vas a hacer?- le preguntó.
-Sí, es el momento.
-Creo que te saqué del trance no para que te inmoles. Sino hay otro líder terminaremos mal. El pueblo todavía no está asentado.
-Durante tres mil años hemos vivido de la misma manera. Si me voy ahora, el pueblo se va a revitalizar, Madre ya lo dijo.
-Está bien, si es lo que crees prudente, pero perderemos un gran guerrero.
-Yo ya estoy viejo para ser guerrero. Cualquiera de mis hijos me puede reemplazar.
Entonces Luna viendo que ya no había más que decir se despidió:
-Que el viento te acompañe- y salió de la tienda.
Todos se fueron a dormir y esa noche Toro del Norte se marchó.
Al día siguiente todos se prepararon para la partida. Null le dijo a Ini, tal el nombre de la niña, que no la iba a obligar a acompañarlos. Pero ella quería ir. Y cuando estaban ya todos listos Luna le regaló una gema. Le dijo que era un regalo para ella por la boda.
-Toma. Si te hace algo malo, mátalo.
Ella guardó la gema cuidadosamente mientras Null miraba a Luna con cara de pocos amigos.
Mientras Alexia y Nellens vieron a la distancia al Jurguenot. Había un manchón negro en el agua y solamente llegaba a verse la cabeza de esa aberración. Alexia le llamó la atención a Luna tocando su hombro con el dedo. Le señaló hacia el mar y entonces Luna también lo vio.
-Sigamos, no podemos hacer nada ahora.
-Preguntémosle que hacer a la Madre Oso- dijo Alexia.
Llegando a la casa de la Osa, Alexia y Nellens sintieron un aura extraña y miraron a ambos lados. La piel de Kallandros comenzó a brillar. Llegaron a un arrollo por el que fluía una horrible pasta negra. Alexia frenó a Luna que venía caminando y casi se tropieza con esa agua corrupta. El tiefling estaba temblando. La tierra alrededor estaba quemada.
-Madre ¿estás por aquí?- llamó Luna pero ella no respondió.
Cuanto más se acercaban más agrietada estaba la tierra. Hasta las mismas piedras parecían muertas. Cuando llegaron a la cueva vieron que no había puerta, la habían arrancado de sus goznes. La Osa estaba sentada en su silla mirándose las manos. Alrededor de ella había un aura de color verde.
-Madre…
Ella levantó la vista, eran dos puntos verdes, miró hacia un costado. Miraba hacia el suelo un bulto de ropas, un casco y una armadura quemada. Había una escena similar al otro lado. Supieron que la Osa había consumido energía periférica, pero no sabían la razón. Null supo que para hacer lo que había hecho, había necesitado consumir una cantidad de esencia incalculable. Nellens se dio cuenta de que había un desbalance terrible entre el bien y el mal. La Osa compensó ambas fuerzas, pero ahora había demasiada energía guardinal.
-¿Por qué hizo esto madre?- le preguntó Nellens.
Ella tiró una máscara en el medio de la habitación.
-¿Él te atacó?- le preguntó Luna.
-Intentó atacarme, pero no lo logró.
-Disculpe madre, por no haberla ayudado- le dijo Nellens.
-Gracias señor del vacío.
Nellens sabía que el exceso de energía guardinal debía canalizarse hacia otro lado, el problema era que no sabía cómo hacerlo. Su padre le había dicho que se iba a dar cuenta de cómo hacerlo.
-¿Podemos usar la energía para limpiar el mar?- preguntó Luna.
-Se puede intentar
-Cuenta conmigo entonces- Entonces empezó a absorber la energía que estaba albergando la Osa en su cuerpo pero no la podía redistribuir. Sintió más y más odio y dolor. Nellens sabía que tenía que ayudarla y tocó su hombro para encargarse de redistribuirla. Sintió una cantidad de energía enorme ingresar a su cuerpo. A su alrededor volaban dragones plateados, era un bomba de tiempo. Entonces se transformó en un dragón y salió de la sala. Salió y se dio cuenta de que podía purificar el agua y la tierra, por el río volvió a fluir agua cristalina, pero aún quedaba mucha energía acumulada y tuvo que expulsarla. Hubo una gran explosión y todo comenzó a volver a la normalidad, la tierra, los árboles, las piedras. Luna cayó y Lareth llegó a agarrarla para que no cayera al suelo. Null cayó sobre uno de los muertos que estaban en la sala y aspiró sus cenizas. Esto le dio la posibilidad de ver a una mujer en un palacio de hielo y cristal, tenía el cabello y los ojos de color violeta. A sus pies un ejército con armadura plateada y extrañas espadas larguísimas la custodiaba.
“No lo puedo creer” dijo la mujer y Null volvió de su trance. Tenía una manchita negra, casi imperceptible en uno de sus ojos.
-¿Está todo bien?- dijo Nellens, a su lado estaba Alexia.
-Ayudaste a volver todo a la normalidad. No sé cómo pero lo lograste.
-¿La Madre Oso está bien?
-Sí, acabo de preguntarle.
Cuando Null volvió en sí les dijo:
-Vi un ejército.
-¿El castillo de Morwell?
-¿Cuándo lo viste?
-Cuando caí.
Null le entregó el mensaje a la Osa. Estaba en élfico. Ella lo leyó y se lo entregó a Luna.
-Madre ¿le puedo preguntar que dice?- fue Alexia la que habló.
-Ahora cuando Luna termine de leer hablaremos de que hacer de ahora en adelante.
El mensaje estaba firmado de una mujer de la familia V’nef (no me acuerdo el nombre T_T).
“La primera señal fue el despertar de los señores de la muerte y la apertura de Minoi. Los Aasimar se volverán locos y culparán a los hombres de traición. La única solución es encontrar la Rueda del Destino. Si vuelve el Oscuro y se junta con las dualidades corruptas estaremos en más que problemas. Ahora estoy en el Imperio intentando influenciar a la mayor cantidad de políticos posibles, pero el Imperio ya está corrupto. Que la Diosa nos proteja.”
El mensaje ya tenía un año, que fue el tiempo que tardaron en viajar Alexia y Null hasta el norte.
-Dice que es solo un sueño- dijo Luna.
-Sí, pero ella vio la primera guerra- le contó la Madre Oso.
-Entonces los señores de la muerte son solo aves de carroña.
-Están aquí para recolectar los cadáveres.
-¿Qué es la rueda del destino?- le preguntó Alexia.
-Es un artefacto que se creó en el principio de los tiempos como modelo de la vida. Luego de la muerte de Danwe se dividió en varias partes.
-Alesia no está corrupta ¿contra quién prepara un ejército?
-¿Contra nosotros?- se preguntó Null.
-¿De dónde sacarían los humanos la fuerza para pelear contra los Aasimar?
-De sus protectores.
-Será una guerra con demasiados jugadores.
Entonces la Madre Oso les narró una historia.
-De la luna y el sol nacieron tres diosas. Morwell, Danwe y Asagoth. Y Sadeth el Corruptor fue enviado al mundo. Él se encargó de dividir a las razas. Así de los Guardinales nacieron los Death Lords y de los Celestiales los Diablos. Son todos parte de un mismo círculo.
-Y ahora todas las partes van a entrar en guerra entre sí.
-Eso sería poco inteligente. Lo que sí es cierto es que ganará el que encuentre primero la Rueda del Destino.
-Entonces ya deben estar buscando las partes- dijo Nellens.
-La rueda del destino tiene tres partes. El círculo, el centro y la llave.
-¿Hay forma de saber donde están?
-Fueron entregadas a Bagira de Candara, a Azmodeus señor de los demonios en Minoi y la otra la tienen los Elandrin en Morwell.
Estaba claro que el lugar más sencillo para empezar era Morwell. Esta ciudad era una gema en el medio del hielo.

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