miércoles, 17 de junio de 2009

Personajes: Null

En una tarde nublada, con un clima pesado y húmedo, un joven miraba hacia un pueblo, erguido y con las manos a la espalda, su cabello blanco platinado prolijamente peinado hacia atrás, su vestimenta, una túnica muy similar a una sotana negra que le llegaba hasta los pies con detalles en plateado solo alrededor del cuello. Se encontraba en un balcón en una pose que lo haría parecer una estatua si no fuera por el movimiento que causaba el viento en su pelo. Su mirada fija, observaba silenciosamente el pueblo que yacía al otro lado de los muros. Null, de apenas 17 años, y recién casado contemplaba su vida, mientras meditaba. Sus pensamientos y su vida circulaban por su mente como una mala obra de teatro, toda una vida buscando ser un buen chico habían rendido sus frutos, desde el primer día en la Escuela de las Mil Campanas, en donde estaban la mayoría de sus recuerdos mas preciados, hasta ese mismo día. La Escuela seria atesorada por siempre en su memoria, desde las literales Mil Campanas, hasta sus estudios bajo su tañir. Una escuela de misterio, para niños sumamente curiosos, donde los actos "malvados" y "prohibidos" eran moneda corriente. Allí aprendió la dualidad de la moral celestial, la moral de una raza que se cree superior a todas las demás. Mientras pensaba en esto, una pequeña sonrisa irónica cruzo por su rostro. El, un vástago de Sophia, aquellos que atesoran lo oculto y se manchan por el bien de los demás…

Los recuerdos de esa época aun brillaban en su mente como un sol, no hacia mucho tiempo se había graduado, cumpliendo así los deberes para con su familia y su Imperio, pero aun recordaba las tardes en los salones estudiando los secretos mas oscuros, y quizá mas espantosos, leyendo tomos mas grandes y pesados que el mismo.

Aprendiendo a escuchar a los demás y a traicionarlos por el bien del Imperio, pronto descubrió que solo se tenia a si mismo, y a nadie mas. ¿Podría ser de otra forma en un lugar donde se aprende que su raza es la mas poderosa, pura, y bendita, mientras por el otro te adoctrinan para mantenerla limpia de traidores y blasfemos, mientras se aprende a usar y estudiar todo lo "malo" e "impuro"?, en su espalda, ardientes cicatrices de látigo le recordaban siempre la primera vez que había confiado en alguien.


Tercer año en la Escuela de las Mil Campanas, Null curioso aun estaba en su proyecto de contarlas, y mientras pensaba en como descubrir la identidad de alguno de sus maestros, un pasatiempo común entre los alumnos, recorría uno de los muchos jardines de la escuela. Mientras caminaba distraído tropieza con una jovencita de primer año, bastante mas baja que el, ella tenia el pelo hasta la cintura tomado por la mitad por un adorno enjoyado en forma de dos “§” se entrelazaban de forma vertical. Unos ojos de un gris brilloso que parecían la alegría encarnada y una sonrisa que hacia desear los labios que la formaban. Sylmery su nombre, dos año menor a Null, acababa de entrar en la academia de las mil campanas, y ya estaba mostrando grandes avances.

Null-H.. hola- dice con cierta impresión.

-Mil perdones, no estaba prestando atención, ¿eres una de las recién llegadas?, este jardín solo es para iniciados, deberías volver…- dice con cierto nerviosismo, intentando quitar la vista de los labios de la joven.

-Puedo venir si alguien de una clase superior me invita, ¿no me invitas a quedarme?, me llamo Sylmery-

Tras el torpe comienzo que tuvieron, poco a poco se fueron conociendo, siempre manteniendo las apariencias ya que sus encuentros estaban totalmente prohibidos desde todo punto de vista, al principio solo era en el jardín para ayudar a la joven con sus clases, aunque ya de por si ella aprendía a gran velocidad y siempre estaba ansiosa por mas conocimientos, hasta que tras unos meses, avanzar mas seria revelar cosas del año superior, secretos que no se debían revelar, algo que el joven Fideliz se negaba rotundamente cada vez que la joven le suplicaba, pero poco a poco, como con la roca y el mar, y la voluntad de Null fue cediendo, mas y mas ante cada encuentro, caricia, beso prohibido, hasta que finalmente empezó a adiestrar a la joven en las artes de los años superiores.

Solo unos meses mas duro esta relación, lo suficiente para que la joven reuniera pruebas y apoyo, para finalmente traicionar a su compañero y ganarse un buen premio, o eso fue lo que pensó Null. Fue en el invierno de ese mismo año, la joven le tendió una emboscada en el mismo jardín, en el mismo lugar donde se encontraran por primera vez.

Cien latigazos, un recuerdo ardiente de una traición. Adelantarse un años y la gloria de ganar a un superior, un premio de un juego bien jugado. Solo tres cosas recuerda de ese momento, el ardor del beso de un látigo, la tristeza en su corazón, y las lágrimas de Sylmery, estas últimas un misterio que aun ve en sueños.


Ya habían pasado varios años desde ese momento, pero aun la recordaba. Continuando con su meditación, paso sus ojos del pueblo humano que rodeaba la capital, a los palacios que rodeaban su casa, sin lugar a dudas, algo contrastante, se preguntaba que sentirían esos humanos viviendo junto a tales construcciones. Pasillos largos y adornados con columnas y estatuas, juegos de sombra y luz creados por el sol, espejos de agua clara en las fuentes, sin duda un paraíso en tierra para la raza de los victoriosos. Un paraíso con una manzana, roja y apetitosa, para todos aquellos que hicieran de la traición su vida. Que ideal tan noble, pensaba para si, el de interponerse entre lo “salvaje y caótico”, y lo “celestial y divino”, un destino para unos pocos sin duda, pero ¿como jugar con fuego y no quemarse?, ¿Cuántos de los que alguna vez fueron sus compañeros podrían mantenerse "puros"?, ¿Realmente importaba eso a los que les enseñaban y dirigían, o acaso ellos eran simples ratitas de laboratorio para usar y desechar tras alcanzado algún merito importante?. Los pensamientos se arremolinaban en su cabeza, quizás la respuesta fuera buscar algo en lo que realmente creer.

Aun meditabundo, sintió como una mano firme se posaba en su hombro, al principio pensó que se trataba de la mano de alguno de los guardias del sequito de su esposa, pero al girarse vio que era su esposa. Salia una general fuerte y orgullosa digna descendiente de su casa, aun en su boda, había asistido en armadura completa para el espanto de su prometido, y su nuevo cuñado tampoco le daba tanta alegría, pero por lo menos le quedaba el consuelo de que debajo de todo ese acero, cuero endurecido y músculo, Salia seguía siendo una mujer, y seguía siendo linda, le podría haber ido peor. Después de todo, una guerrera piensa en términos militares, haz esto, haz lo otro, párate, siéntate, arréglate, sin duda ser ordenado de esa forma le causaba gracia, y el que el acomodara la ropa siempre le pareció algo interesante, quizás hasta y maternal y cariñoso. El matrimonio era como volver a la escuela e intentar por todos los medios escaparse de la profesora y sus órdenes, un largo juego del gato y el ratón.

Una tarde, en uno de los patios de la casa, mientras Null tomaba sol recostado al borde de una fuente, algo bastante extraño en el, ya que era usual para el olvidarse que el sol siquiera existía tras largas jornadas de lectura en la biblioteca de la casa, uno de los pocos lugares que conocía mejor que su esposa y donde podía recluirse. Con la calida caricia del sol, poco a poco se fue quedando dormido




Era una tarde apacible en las Mil Campanas, un día sin nubes, y de un calor aplastantante, donde hasta el agua tendría sed. EL sol despuntaba sobre los techos de la Escuela y el crujir de la gran puerta de madera verde engarzada en metales brillantes y oscuros se abría estrepitosamente, a ambos lados, dos formaciones perfectas de jóvenes armados. Ingresando a la Escuela de las Mil Campanas se encontraba una formación perfecta de jóvenes marchando al unísono, en rígido porte militar. Jóvenes cubiertos de pies a cabeza en el más estricto y estilizado uniforme de la Academia para Guerreros de los Celestiales (mil espadas?), del otro lado, esperando pacientemente dos formaciones de jóvenes vestidos en los negros uniformes de las Mil Campanas, con espadas en sus cintos, y estandartes negros con detalles en plateado esperaban bien formados detrás de cada Alae de las respectivas clases, aunque sin tanta precisión como su contra partida. Detrás de ellos, los maestros con sus mascaras, sentados en grandes sillones a la sombra, y con sirvientas que les abanicaban y servían distintas bebidas, observaban calladamente. Así como los maestros de las Mil Campanas esperaban, tras los jóvenes guerreros, un pequeño sequito de dragones y celestiales, claramente instructores, seguían a los jóvenes.

Era una tradición para ambas academias, lo llamaban Castigo de Humildad y solo participaban los dos años inferiores, y se realizaba cada dos años. Ambas academias se enfrentaban en los jardines de las Mil Campanas en una batalla casi campal en la que ambas Academias buscaban la gloria sobre la otra en una eterna rivalidad. Los gloriosos guerreros siempre marchaban con la frente en alto pues en todas las vitrinas de su Academia reposaban tranquilamente los trofeos de todos y cada uno de estos encuentros desde tiempos inmemorables.

Null se encontraba en primer año, y se sorprendió bastante cuando en su primera semana uno de los maestros le asigno una espada, una espada bellamente decorada, una empuñadura azul con cuero, y una piedra semi preciosa a ambos lados con una A grabada dentro, en la vaina, un diseño de campanas plateadas sobre cuero negro. Tras entregársela el maestro anuncio a la clase que el seria el Alae, al principio todo iba bastante bien, siempre había alguien tras el puesto y listo a clavar una daga por la espalda para quitárselo, pero eran los gajes del puesto, por otro lado, también tenia derecho a ser el primero en servirse la comida en la mesa de su grupo, ordenar los asientos de la clase y los ordenes de la limpieza, que no era necesario fuera equitativo o justo, además de aplicar castigos por violaciones menores al reglamento. Todo iba la mar de bien hasta que llegando el comienzo de la primavera, el mismo maestro que le confío el puesto, en privado le informo sobre la tradicional competencia y de los castigos aplicables a los perdedores, dejando en claro que no podían siquiera soñar con un empate, debía ser una victoria total.

Promediando la primavera y ya habiendo aplacado un poco la rebelión en su contra, habiéndose asegurado algún que otro amigo y respeto, Null comenzó a planear la estrategia para el verano, aun tenia tiempo y sabia que seria en su Escuela, lo que el pensaba seria una gran ventaja contra la experiencia militar de su enemigo. Pero dejar todo en manos del conocimiento del terreno no le gustaba, ni le daba ninguna seguridad, de hecho no lo dejaba dormir por las noches, así que empezó a escabullirse de la escuela durante la hora del almuerzo para espiar a la academia rival, aunque esto estuviera penado con la expulsión. Por suerte para el, no era tan complicado, con solo unas semanas de preparación ya había encontrado un lugar donde el guardia dormía la siesta tras comer algo, y pudiendo escabullirse por allí siempre a espiar.

Comenzando el verano y con la información en mano de la academia rival, a la que ya no necesitaba ir, sino que enviaba a otros para que le informen a cambio de algunos favoritismos a la hora de los deberes de limpieza, cena y cosas por el estilo, empezó planear una estrategia, como temía la ventaja del terreno no seria para nada suficiente, así que comenzó a hablar con los demás Alaes de otras clases iguales y superiores. Impresionado y no tanto, de que los demás cursos habían seguido su mismo plan de acción con mas, en caso de los cursos superiores, o menos éxito, pero para todos era claro que tenían las de perder, y que la unión en este caso seria lo mejor, aunque no estuvieran en los mejores términos. Promediando el verano, los cursos inferiores habían hecho de los patios delanteros y posteriores campos minados, llenos de todo tipo de trampas, aunque les extraño que los cursos superiores no dijeran nada, ni que los jardineros se quejaran, continuaron armando una estrategia de guerrillas con todo lo que tenían a mano.

La noche anterior a la competencia los barracones de los cursos inferiores ardían en actividad, un verdadero avispero que emanaba luces de todos los colores, la mañana de la competencia aun se veía a los mas audaces colocando las ultimas trampas, mientras los mas avezados en la magia lanzaban los últimos hechizos.

Ya los dos contingentes se encontraban uno frente al otro, los saludos protocolares de la ocasión fueron hechos por los maestros de las Mil Campanas, y se dieron unos minutos a cada grupo para formarse para la batalla. Mientras los guerreros formaban grupos de batalla compactos y bien formados, los aprendices de las Mil Campanas se dividían en pequeños grupos de 2 o 3, y se dispersaban por el área asignada para su despliegue.

Ni bien comenzaron las hostilidades, el caos comenzó, trampas por todos lados, sirvientes invisibles molestando, hechizos, un espectáculo de luces y efectos, gritos y órdenes. La batalla comenzó y rápidamente el orden militar de los guerreros se fue al gárrete, pronto las formaciones estaban rotas y con grandes bajas, no les quedo mas remedio que dividirse e intentar hacer lo mejor por separado, las formaciones se habían probado totalmente y desastrosamente débiles contra las emboscadas y trampas, que por supuesto estaban diseñadas especialmente para ellas. Pronto, todo se convirtió en refriegas de pequeños grupos contra pequeños grupos, un descontrol total.

Fue en esta refriega cuando Null conoció por primera vez a Salia, aunque en ese momento no lo sabia, ella estaba en el grupo que lo perseguía a el, que se había vuelto uno de los objetivos principales puesto que con los demás Alaes de clase estaban comandando a los pequeños grupos, el y cuatro ayudantes emprendieron una rápida retirada hacia los jardines traseros donde, según su plan, transcurriría la ultima parte de la batalla, y de ser necesario una ultima defensa desesperada.

Mientras corrían por uno de los pasillos, dos de los ayudantes fueron derribados por los hombres de Salia, pero gracias a su sacrifico, o a que el los empujo, Null pudo huir hacia un pequeño estanque con cascada, seguido bien de cerca por ella, con su espada en mano, gritándole:

-Ríndete maldito, no tienes a donde huir, te atrapare y te golpeare hasta que me… -

En ese momento, una luz violeta surgió de la roca en la que estaba parada y comenzó a deslizarse hacia un lado, haciéndola casi caer contra el suelo, logrando por muy poco no caer, escucho como una espada era desenvainada, al ver al costado, el antes apresurado en huir había tomado la iniciativa y la acorralaba contra el laguito. Ella confiada en que ya con eso era la triunfadora quiso ponerse en guardia, pero para cuando se dio cuenta una mano invisible le empujo el pecho, y algo a su espalda la hizo tropezar y caer al lago, que no era tan profundo, pero que se estaba congelando rápidamente gracias a tres estudiantes de nivele superior al otro lado del lago que estaban congelando el agua donde ella había caído.

Ese fue el final de la batalla para ambos, Null y su mujer, pues el se quedo custodiando a la prisionera y dando ordenes desde allí, mientras se reñían verbalmente. Como símbolo de victoria y para avergonzarla, Null le quito un pequeño anillo con el símbolo de la casa Bremen que aun lleva en el puño derecho.

El final de la batalla llego con la victoria para la Escuela de las Mil Campanas, como había sido desde el comienzo de la tradición, al anochecer se entrego a los perdedores un trofeo para que sumen a los de otras derrotas de años pasados, la tradición continuaría, los dos años que lucharon esta batalla guardarían silencio sobre ella hasta el final de la siguiente, pero esa noche festejarían como no lo habían hecho nunca.


Con el frío de la tarde Null se despertó y se dirigió a la sala, a bromear unos momentos con su mujer recordándole esa tarde.

Era una mañana lluviosa, y Null se encontraba en una de las salas de su nueva casa, sentado frente a una ventana con un libro cerrado en el regazo, del que sobresalía una pequeña tela que hacia de marcador. Contemplaba el golpetear de la lluvia contra la superficie del agua con una serenidad absoluta.


Los braseros dorados, con largas bases que llegaban hasta la cintura, dispuestos alrededor de una gran sala, dispendian su calor y su luz de tal forma que esta ultima se entrelazaban de una forma caótica. Los jóvenes de la Escuela de las Mil Campanas de los dos años superiores se reunían alrededor de dos braseros, uno para cada año, especialmente decorado y trabajado. Esta era la fiesta previa a la graduación, cuando todos los alumnos de la Escuela se encontraban a fin de año para despedir del internado a los que se recibían y comenzaban su vida fuera de los viejos muros.

Null, con 15 años se estaba preparando para la ocasión, era un evento de gala, iría con una larga túnica negra, solemne y amplia. En el puño del brazo derecho, la única decoración de su vestimenta, un anillo que colgaba de una pequeña pulsera de cuero. A su cinto, su espada, aquella que su maestro le diera por su puesto en la clase, y por ultimo, una mascara, obligatoria para toda la noche, la mascara que usaría era un modelo simple, un antifaz plateado con detalles en negro y una única pluma negra grande en el centro.

A la puerta, la joven Salia lo esperaba en galas militares y con una mascara tan femenina que no pareciera que la hubiera elegido ella, seria su pareja para esta noche pues al día siguiente sus padres anunciarían el compromiso entre ambos jóvenes, y consideraron que era una buena oportunidad para que se conocieran, ya que era una celebración tradicional a la que asistían las parejas de cada estudiante, hombre o mujer. Una decisión que no los hizo muy feliz pero tampoco les incomodo. Al salir, por primera vez Salia le arreglo la ropa al joven Null, que puso cierta cara de incomodidad pero ni siquiera levanto un dedo para detenerla, después de todo si hubiera querido matarlo lo hubiera hecho con la espada cuando la recibió a la mañana, o cuando empezó a bromear con el asunto del anillo, en cualquiera de las repetidas ocasiones en que lo hizo.

La ceremonia comenzó con naturalidad, los jóvenes de ambos sexos se encontraron alrededor de sus respectivos braseros, salvo por Salia, a la que Null le pidiera esperara apartada, pues sabia que esa noche seria peligrosa para el y quien lo acompañara, después de todo era el examen final para los egresados. La música empezó y las túnicas empezaron a agitarse de un lado al otro, la música, para nada delicada, era estruendosa y fuerte, con tambores y platillos, una rápida sucesión de sombras y el brasero se apago.

Ya la luna estaba en alto, algunos rostros pálidos, y cuerpos fríos, los últimos intentos de subir en el escalafón habían pasado, y algunos cuerpos estaban regados por los suelos, pronto se los llevarían, ya estaban sirviendo la comida y la música cambio para ser una mas delicada y apropiada para el evento. Mientras las mesas eran dispuestas y los sirvientes ingresaban en el gran patio, un heraldo anunciaba las parejas que hacían su entrada formal.

-Anunciando, Null Fideliz y su prometida Salia Bremen!- Un corto silencio, mientras todos miraban a los anunciados, Null debía reconocer la astucia de su padre para conseguir un compromiso así, después de todo la casa Fideliz estaba en franca decadencia y la Bremen ascendía rápidamente, nadie hubiera esperado un matrimonio así, y los rápidos murmullos de los participantes del Baile de las Eternas Mascaras lo confirmaban. Mientras avanzaban las personas a su alrededor reanudaron sus conversaciones, y lo único que le molestaba a Null era el manchon de sangre en su pierna derecha, ¿Quién hubiera dicho que un niño tan pequeño sangraría tanto?

La noche pasaba de maravilla mientras comían y bailaban al son de una música agradable, la conversación algo presuntuosa y llena de un orgullo desmesurado aburrían terriblemente a Null quien mantenía una sonrisa acogedora y agradable, mientras el hermano y el padre de la joven Salia lo zarandeaban de un lado al otro, cual muñeca de trapo.

En uno de esos momentos fue cuando vio a una joven que le atrapo la mirada, una niña casi, el calculaba que seria una de las nuevas ingresantes a la Escuela, tras un poco de lucha silenciosa por fin pudo lograr escaparse de sus nuevos parientes, mientras Salia contaba lo que habían hecho por la tarde.

Al acercarse a la joven, esta lo recibió prácticamente con los brazos abiertos. Pasaron varias horas juntos entre una cosa y otra, al parecer la niña ya estaba en la Escuela pues entendía los chistes sobre los profesores y cosas de la vida diaria dentro de ella.

Entre una cosa y otra, un joven se les aproximo, Null estimo que seria otro estudiante pues conocía a la joven, pensó que serian del mismo año, y paso a obviarlo por completo de toda conversación, viendo que la muchacha le dejaba y que también hacia lo mismo, decidió sacarla a bailar y así alejar al molesto plantado. Una decisión que se probaría desafortunada. Luego de unos bailes, ambos jóvenes se acercaron para tomar algo a la mesa en la que la había encontrado, al momento de volver a tomar la copa que había dejado para bailar, y en el instante que el vino toco sus labios, comprendió el error que había cometido. Mientras todo se iba poniendo negro, lo único que atino a realizar fue tomarse del hombro de la muchacha y desenvainar la espada buscando al joven, que no encontraba por ninguna parte, mientras la joven intentaba ayudarlo, usando todo truco que conociera, Null iba perdiendo el conocimiento, lo ultimo que vio fue al joven acercarse daga en mano a terminar el trabajo por detrás de la joven, lo único que Null atino a hacer fue cubrir con su cuerpo el de ella antes de caer desvanecido.

Al despertar, se encontró solo, en uno de los patios, recostado sobre el borde de una fuente con un broche en la mano con dos “§” cruzadas verticalmente, en el pecho su espada, y a los pies una daga ensangrentada envuelta en el antifaz de tela de la joven.



Al despertar Null de su ensimismamiento, la lluvia había terminado, y una calmada tarde de verano comenzaba.

(escribió Gonza)

Principios de la Dama Alexia

Visto y considerando los últimos hechos he de recordarles los ideales que defendemos en la Torre Blanca. Nosotros somos los que debemos dar el ejemplo, por lo que es necesario que los apliquemos antes que nadie.


Principios que debe defender la Orden de Paladines de Alexia, ante todo:


1- Defender los ideales de Igualdad, libertad y Justicia.

2- Defender a los inocentes.

3- Estar dispuestos a dar su vida por ellos.

4- Combatir, de ser necesario y solo como última opción, contra aquellos que atenten contra estos principios.

5- Abrir las puertas de la Torre Blanca a aquellos que quieran vivir en paz.

6- Llevar los principios de la Torre Blanca a todo el continente.

7- Instruir a los que no practiquen estos principios solo con un fin cultural, sin obligarlos a aplicarlos en sus tierras siempre y cuando en las mismas se apliquen otros principios que no dañen a los inocentes, moral, física o mentalmente.

8- No imponer estos principios sino explicarlos, para que las personas los puedan aplicar a sus vidas de la mejor manera.

9- De ningún modo tiranizar para que se cumplan estos principios. La palabra siempre es mejor arma que una espada.

10- Ayudar a aquel que lo pida en cuanto nos sea posible.

11- Impedir la guerra, si es posible mediante la negociación o políticamente.

12- No prejuzgar a nadie sin antes tener las pruebas que lo incriminen.

13- Siempre dar lugar al acusado a redimirse por sus acciones.

14- No prejuzgar por la apariencia. Todo ser vivo tiene derecho a habitar esta tierra.

15- Todos somos iguales, todos tenemos los mismos derechos.

Reforma de la Orden de Paladines

Edicto - Reforma de la Orden de Paladines - Decreto 1/15

La Torre Blanca, año 15 después de La Guerra del Caos.

Reforma de la Orden de Paladines
Edicto publicado por la Dama Alexia.
Decreto Nº 1/15

A partir del día de la fecha y con motivo de la reestructuración de la Escuela y de la Orden de Paladines se informa:

DE LOS NIVELES

Art. 1: Se crea el nivel de Aprendices de Caballeros, el nivel más bajo de la estructura que comprenderá aquellos estudiantes que habiendo ingresado a la milicia estén iniciando su instrucción.

Art. 2: Los aprendices deberán instruirse en los principios básicos de la Orden y solo cuando así lo crean conveniente los profesores de la Guardia de Elite de la Orden de Paladines podrán ascender al siguiente escalafón.

Art. 3: En caso de no reunir todos los aspectos necesarios pasarán a formar parte del Cuerpo Regular de Paladines.

Art. 4: Reuniendo aquellos requisitos necesarios comenzarán una segunda instrucción en el nivel de Aprendiz de Paladines de la Orden.

Art. 5: La Guardia de Elite de Paladines solamente estará formada, en primera instancia por 25 miembros, incluyendo el General de la Orden y Primer Guardia de Elite.

Art. 6: Para llegar a formar parte de la Elite de Paladines deberán superarse ciertas pruebas, a convenir oportunamente. En las pruebas para el ascenso a la guardia de Elite estará presente la Dama Alexia. Sin su consentimiento personal e intransferible todo ascenso a la Guardia de Elite será nulo. El General de la Orden no tiene autoridad para decidir en este aspecto.

Art. 7: Aquellos que no formen parte de la Guardia de Elite y habiendo terminado su instrucción de Paladines pasarán a formar parte de las Capitanías. Cada Capitanía estará formada por 25 miembros cuyo capitán será elegido especialmente, y en base a sus resultados en las pruebas, por la Dama Alexia no pudiendo delegarse dicha tarea al General de la Orden y Primer Guardia de Elite.

DE LAS RESPONSABILIDADES

Art. 8: Del Cuerpo Regular de Paladines. El Cuerpo Regular se encargará del correcto funcionamiento de las Capitanías, todas las tareas de administración y del día a día serán llevadas a cabo por sus miembros.

Art. 9: De los Aprendices de Paladines. Los aprendices, si bien aún se encuentran en instrucción deberán colaborar tanto con el Cuerpo Regular en sus tareas como con sus maestros de la Guardia de Elite.

Art. 10: De las Capitanías. Cada capitanía tendrá asignado un sector de la Torre para su protección y organización. A su vez seguirán las indicaciones de la Guardia de Elite en los casos en que sea necesaria la defensa de la Torre o territorios aledaños. A su cargo estará la instrucción de aquellos que ingresen como Aprendices de Caballeros.

Art. 11: Tareas de la Guardia de Elite.
a) Instruir a todo el cuerpo sobre los principios de la Orden.
b) Organizar la defensa en caso de ataques a la Torre o territorios aledaños a ella.
c) Instruir a los Aprendices de Paladin con la intención de que puedan ser futuros Guardias de Elite.
d) Deberán sobre todo ser capaces de liderar y de promulgar los principios de la Orden.
e) Se encargarán de llevar a cabo las pruebas de ascenso de escalafón.
f) Protegerán con su vida los principios de la Orden.

Art. 12: Todo aquel que no esté dispuesto a seguir estas premisas no podrá ser parte de la Guardia de Elite, pero no será rechazado de la Orden sino que formará parte de las Capitanías o del Cuerpo Regular según sus capacidades.

Art. 13: De las tareas del General de la Orden y Primer Guardia de Elite. Además de lo ya mencionado en los dos artículos precedentes se encargará de suministrar un informe mensual de todo lo ocurrido en el Cuerpo Activo. Ascensos y descensos de categoría, fechas de las pruebas correspondientes, avances en la instrucción de los alumnos, sus planes de estudio, la división de las tareas en el nivel del Cuerpo Regular y todo aquello que considere de interés para su superiora.

DE LA ESTRUCTURA

Art. 14: Escalafón.
-Guardia de Elite de la Orden de Paladines (a cargo del Primer Guardia de Elite y General de la Orden, reporta directamente a la Dama Alexia)
-Capitanías (a cargo de los Capitanes, reportan a la Guardia de Elite)
-Aprendices de Paladin (reporta a sus maestros de la Guardia de Elite)
-Cuerpo Regular (reporta a las Capitanías del sector)
-Aprendices de Caballero (reportan a sus maestros de las Capitanías).

Art. 15: Se informa que se realizarán próximamente las pruebas de nivelación a toda la Orden de Paladines, incluyendo capitanes y general, para asignar nuevos puestos y tareas.

Art. 16: A cargo de las pruebas estarán la Dama Alexia y el Señor Null teniendo la primera la decisión final. En el ínterin toda decisión a tomar deberá ser consultada con la Dama Alexia. En caso de que ella no se encuentre en la Torre el segundo a cargo será el señor Null.

Art. 17: La Dama Alexia se reserva el derecho de modificar el presente edicto.

Promúlguese y publíquese.

Segunda Parte: Fecha 4

**En redacción**

Segunda Parte: Fecha 3

**Manuscrito terminado: falta tipearlo**

Segunda Parte: Fecha 2

Null y yo conversábamos cuando Vekna vino a traernos una pequeña caja hallada en el lugar donde habían caído mis paladines, dentro tenía un escrito en elfico.
-Quizás Luna pueda traducirlo.
-No algo más oscuro quizás- me dijo ella.
El papel tenía el sello de los cadormen de la familia D’zees, de Athicia.
Había que avisar a nuestros aliados del ataque a los paladines, envié a Elisha a Belizard y a Justine a Garrat. Mientras Kuman, Null y yo volvíamos al lugar del hecho. Null dejó a Sergis a cargo, no me pareció una buena idea, pero al fin y al cabo solo estaríamos ausentes poco tiempo y él se ofreció. Sabía que él ya estaba preparado para hacerlo, al menos iba a darle una oportunidad.
Luna le mandó un mensaje a Lareth diciéndole que las cosas en la Torre se estaban poniendo “espesas” y que se iba a demorar. Le dijo que estaban todos bien para que no se preocupara.
Luego nos buscó pero Sergis, que estaba con Calista y Telien, le dijo que habíamos ido a la escena del crimen. Luna lo vio venir a Tantalus y le dijo:
-Me gustaría intercambiar algunos conceptos con usted.
Él estuvo de acuerdo y la llevó a su estudio para conversar.
-¿Usted cree que todo esto fue una movida preparada?
-Es muy posible, señora Luna.
-¿Serán los demonios?
-No lo creo, ellos están encerrados en otro plano. Yo creo que la mejor señal que dejaron fueron las flechas.
-¿Por qué dice eso?
-No sé que tan al tanto está de las movidas matrimoniales de Garrat.
-No mucho, al único que veo es a Lamain.
-Gran hombre, un ejemplo a seguir. Yo estoy en desacuerdo con el emperador en cuanto a la política de generar casas de vástagos. El último casamiento, el de Zoha por ejemplo, ella es muy joven, solo tiene veinticuatro años y se casó con un cadormen.
-Quizás la idea de Nellens no sea la mejor ¿cuánto van a tardar en empezar las luchas por el poder? Pero qué tienen que ver en todo esto los cadormen.
-Los cadormen se dividen en casas, son los comerciantes, los mentirosos, pero también los consejeros.
-Y con esto se ha casado Zoha… conociendo a Nellens es lógico que no haya puesto ninguna barrera. Quizás puedan corregir su camino desviado. Esperemos no tener que pelear con un dragón, Danwe no lo hubiera querido.
-Si este hombre envenenó los oídos del sultán de Bujan…
-Todavía no podemos decir eso. Parece que se estuvieran olvidando de la “Guerra del Caos”. Hay que recordarles porque nos necesitan. Si Jaria no quiere estar con el sultán yo la aplaudo, pero sería bueno hablar con él para firmar la paz.
-Sino le molesta, yo me ofrezco a ir con usted.

En el campo de batalla Null y yo encontramos más pistas. Detrás de la colina vimos las huellas de lo que podía ser una extraña maquinaria. Null me dijo que quizás no eran a los paladines a quiénes habían ido a atacar, y la movida les había salido mejor con la llegada de ellos. Además la pelea con el sultán podría haber sido casual. Null tomó nota de todo para analizarlo a su vuelta con sus ayudantes.
En la torre Luna habló con Elisha, ella había ido con Vekna y fueron las primeras en regresar. Le contó que en Bellizard se iba reunir un consejo de guerra.
-¿Un consejo de guerra? ¿qué guerra?
-Atacaron a nuestros paladines…
-Aquí no hay ninguna guerra, ni siquiera sabemos quiénes fueron los responsables.
Cuando llegó Justine que había ido con Hermes le dijo que no había podido hablar con Nellens y que le habían informado todo al hijo de Lamain.
-Había muchos cadormen de pelo blanco en Garrat, creo que lo que vi en brazos de Zoha era un bebé cadormen.
-No sería tan extraño- dijo ella que sabía de su nuevo matrimonio.
-El territorio que le pertenece a Zoha es ese- dijo Tantalus señalando hacia Minoi.
Cuando volvimos y Luna me contó lo del consejo de guerra no lo podía creer. Tuve que pedirle a Null que fuera a Bellizard a detener esa locura. Confiaba en que Jaria podría ser más juiciosa en Garrat.
Luna dijo que iría a ver al sultán en Bujan y que seguramente llegaría a su campamento antes que ellos llegaran a su tierra.
-No vas a ir sola, voy a asignar a alguien para que te acompañe.
-Señora permítame acompañarla- me dijo Kuman.
-No, ya tuvimos suficiente con enviar a Elisha a Bellizard, no va a ser uno de mis paladines, irás con mi maestro Tantalus.
-No te preocupes Kuman, no me va a pasar nada, Danwe me va a proteger- le dijo Luna.
Igualmente, no sé por qué, el que pidió que lo acompañe Kuman fue Null.

Entre tanto fui a la habitación de Gwen. Allí estaban Sergis y Calista actuando de Null y yo para alegrarla, todos se reían y a mí también me causó gracia la actuación. Cuando entré acaricié la rubia cabeza de Sergis y le dije:
-Que lindo, sos igual a tu padre.
Me senté al lado de Gwen y le pregunté:
-¿Estás bien?
-Sí.
Tellien que estaba al lado de ella se puso rojo cuando lo miré.
-Cuidada- le dije.
-Sí, él me cuida mucho- respondió Gwen por él. Me dio mucha ternura. Como vi que todo estaba bien allí, regresé. Cuando salía por la puerta le dije a Sergis:
-Y vos más respeto con tu madre.

Null fue a Bellizard. Llegó a la plaza principal que estaba muy concurrida. Muchos de los senadores se arrodillaron o bajaron la cabeza cuando lo vieron aparecer. Geornaut era el presidente del senado y fue el que los recibió.
-Señor Null.
-Su excelencia, vengo a entregar un mensaje.
-El Consejo lo escuchará, lamento mucho lo de sus soldados. No se preocupen no va a quedar impune.
-Venimos a calmar las aguas.
-Pero su enviada nos alentó a levantarnos en armas…
-Yo vengo a medir las palabras. Ella lo midió en términos de guerra.
-Sepan que somos fieles a la Torre Blanca. Lo haremos llamar en cuanto todo esté listo. Puede servirse algo mientras tanto.
Cuando todo estuvo preparado en el recinto del Senado, Geornaut fue a buscar a Null.
-El Consejo lo está esperando señor Null.
El anfiteatro podía albergar entre trescientas y cuatrocientas personas, todos estaban divididos según la edad y por distintos colores según las ciudades a las que pertenecían. Había ocho ciudades estado, con varios representantes cada una. El murmullo se fue calmando cuando Null subió al estrado. Su mensaje de paz no pareció gustarle a los senadores.
-¿Entonces el pedido de auxilio qué?- dijo uno de ellos.
-Fue una decisión apresurada.
-¿Entonces quién es el enemigo?- objetó otro.
-No lo sabemos, por eso pedimos su paciencia.
-¿Paciencia para qué?
-Para averiguarlo. Por eso necesitamos saber que contaremos con ustedes, que serán nuestros aliados.
-¿Para qué? Si está diciendo que no nos levantemos en armas…
-Para asistirnos en nuestra defensa.
-Está bien, le haremos saber nuestra decisión.
Los llevaron nuevamente a la sala de estar mientras el senado conferenciaba. Cuando fue a servirse algo de beber notó que abajo del vaso había un papel, en el mismo había anotada una dirección.
-Iré a recorrer la ciudad mientras tanto.
-Como usted quiera ¿necesita escolta?- le preguntó uno de los guardias.
-No, estoy yo para eso- dijo Kuman- ¿A dónde vamos?
-A estirar las piernas.
Caminaron por la capital de Bellizard, vieron unas torres arrojando humo a lo lejos y se dirigieron hacia allí. Null transformó su apariencia en un obrero e hizo invisible a Kuman para no llamar la atención y poder investigar un poco. Llegaron hasta las fraguas, las mismas alimentadas con metal de Bujan, obviamente estaban allí para armar al ejército.
En el puerto vieron barcos de distinta procedencia, de Candara y de las distintas provincias de Bellizard. Además había barcos de velas triangulares con el símbolo de un dragón (que no eran los de Nellens), más allá había algunos de la flota de Garrat, que eran mucho más grandes. Barcos de velas blancas y de madera negruzca estaban bajando cajas, tenían el símbolo de la casa de Bujan.
Al regresar Null tuvo la noticia de lo que había decido el Senado. No actuarían hasta no recibir órdenes de la Torre Blanca. Se dirigió entonces inmediatamente hacia Garrat.

Estuve pensando mucho ese día, me pregunté quiénes eran capaces de fabricar maquinaria como la que estábamos buscando y había tres opciones: los gnomos en Minoi, en Bellizard donde sabía que había fraguas y en el Noroeste de Garrat, el territorio de Zoha. Había que investigar de donde era la procedencia de esa maquinaria tan avanzada.
Vekna dijo que había una forma de poder saberlo, me preguntó si estaba dispuesta a utilizar cualquier medio. Lo pensé y luego le dije que sí, había que volver al a colina. Me preguntó:
-¿Quiere presenciarlo?
-Sí, vamos.
Cuando llegamos ella tomó una pala y comenzó a cavar donde estaba la tumba de mis paladines.
-¿Qué estás haciendo?
-Dijo que cualquier medio.
Fue horrible presenciar esa profanación y me arrepentí de lo que le había pedido, pero gracias a lo que dijo el espíritu de mi paladín, que regresó a su cuerpo durante un corto tiempo, supimos que había habido un segundo ataque. Fueron dos lluvias de flechas, no una. Esa maquinaria, fuera lo que fuera, podía cargarse muy rápido y redireccionarse en el mismo tiempo. Volvimos a enterrar a mi paladín y regresamos al castillo.

Luna y Tantalus cabalgaron hasta el campamento del sultán de Bujan. Dos jinetes se acercaron a recibirlos, Luna sacó un pañuelo blanco y lo agitó en señal de paz.
-¿Quiénes son? ¿Qué quieren?
-Venimos a hablar con el Sultán, venimos en son de paz.
Los jinetes los condujeron al campamento y allí los recibió el consejero del Sultán, que enseguida reconoció a Tantalus, he hizo como si Luna no estuviera allí.
-¡Ah! Honorable Tantalus, ¿en qué lo puedo ayudar?
-La señora Tirisluna y yo venimos a hablar con el Sultán.
-El no está muy contento, mataron a uno de sus sobrinos.
-Venimos a presentar disculpas.
-Veremos si él los puede recibir- dijo dándose aires de importancia, y se dirigió hacia la tienda del Sultán. Cuando regresó les informó:
-El Sultán agradece sus disculpas y solicita una entrevista con su señora. Ahora pueden retirarse.
-No lo entendí ¿qué dijo?- Luna le preguntó a Tantalus en perfecto idioma bujanés- ¿qué quiso decir? ¿No podemos hablar con el sultán? ¿Prefiere que se desencadene una guerra con miles de muertos?- Luna le habló todo el tiempo a Tantalus, ignorando por completo al mensajero como él había hecho con ella.
Luna incluso llegó a ofrecerle tratos comerciales con Orodwen pero él los rechazó diciendo que no estaban interesados en comerciar con una pobre provincia del sur.
-Bien, si se arma una guerra, tú serás la primera víctima, horrible criatura.
Tantalus y Luna subieron a sus caballos y cabalgaron nuevamente hacia la torre. Pero no iban a hacérselo tan fácil. Al poco tiempo de salir del campamento sintieron silbar una flecha muy cerca de ellos. Luego muchas más las siguieron y Tantalus se cayó del caballo encabritado. Vieron tres jinetes, arcos cortos en mano, parecían de Buján. De una pequeña colina cinco jinetes más cargaron contra ellos dos. Pero Luna no iba a dejar que les hicieran daño y convocó un rayo del cielo que los mató a todos. Solo uno quedó en pie y lo llevaron prisionero a la Torre.
Este hombre les contó que lo habían criado en Frenzia y que unirse a la milicia había sido un ascenso para él, habiendo trabajado mucho tiempo antes en las minas. Les pidió disculpas por lo que había hecho, y les dijo que solo estaba siguiendo órdenes de su superior. Luna le prometió poder vivir en un lugar tranquilo si contaba todo lo que sabía, pero él dijo no saber tanto como para merecer eso.

Null estuvo dos días en Garrat esperando poder hablar con Nellens, pero él no parecía tener tiempo de atenderlo, de hecho dudaba seriamente de que le hubieran dicho que él se encontraba allí. En este tiempo logró hablar de lo sucedido con Lamain y con Imerion, pidiéndoles que le comunicaran todo a Nellens en cuanto se desocupara.
“Las mil escamas son muchas para un solo dragón” había dicho Lamain.
En el puerto Null vio muchos barcos de los cadormen que cargaban comida y descargaban artefactos como bombas hidráulicas. Todo era pagado con oro, cuyo sello estaba limado para que no se reconociera la procedencia del mismo. Null decidió comprar un lingote a mucho más de su valor para poder investigarlo en su torre cuando regresara.

Cuando me desperté al día siguiente en la puerta de mi habitación habían dejado un mensaje, era una amenaza de muerte. Y lo más terrible fue que ninguno de mis guardias supo quién lo había dejado.
“Son sus últimos días Alexia, disfrútelos”
Salí de la torre y todo era un caos. Mi orden de paladines estaba desquiciada por el mensaje y Elisha me dijo que habían encarcelado a todos los que no habían nacido en la ciudad. Lo vi venir a Sergis como loco. Jamás lo había visto así.
-¡Es una estúpida! Encerró a Calista y a Tellien.
Cuando Sergis dijo eso corrí hacia los calabozos, hacía años que no los usábamos, no podía creerlo. Personalmente me encargué de sacar a todos. Estaba Tellien prácticamente desnudo, Calista, la hija del emperador de Garrat en ropa interior ¡en qué estaban pensando mis paladines!
La vi a Gwen, sus ojos verdes brillando intensamente y una tormenta se estaba desatando afuera. La abracé y la tranquilicé y me encargué de llevarla a su habitación, ella lloraba, por suerte su furia incontrolada no había caído aún sobre la torre.
Fui a hablar con Kuman, le dije que buscara a todos los paladines mientras nosotros nos reuníamos con Luna que había llegado hacía instantes. Lo vi a Null y me abracé a él, apoyé mi cabeza sobre su hombro, creo que para ese entonces la situación ya me había superado.
Luna llegó y preguntó que estaba pasando. Cuando nos reunimos tuve que decirle que habían encerrado a sus hijos y pedirle disculpas por el malentendido. Ella parecía bastante ofuscada, pero no dijo nada. Nos contó lo que había pasado en el campamento del Sultán y que había traído un prisionero. Yo le dejé el mensaje a Null y le pedí que por favor intentara identificar a su creador. Sabía que él estaba como loco, pero no lo demostró.
En la reunión se identificaron algunos puntos importantes. Null dijo que lo que buscaba Bujan era una ruta comercial por tierra para independizarse de los elfos cadormen, todo esto en base a sus investigaciones en Bellizard y en Garrat. Los cadormen seguramente querían expandir el imperio de Athicia, y actualmente monopolizaban el transporte naval.
Noa hermano de Nellens, se había casado con una enana en una clara movida política justamente para no depender de las minas de Bujan. Al fin y al cabo todo se resumía en que la Torre Blanca era un paso estratégico para comerciar con Bellizard. El prisionero que trajo Luna dijo que él solo obedecía órdenes, que no había querido dañarla. Nos dijo que en Bujan habían aparecido los “demonios negros de pelo blanco” y desde entonces habían sacado a muchos de los que trabajaban en las minas para ser soldados. Los cadormen habían llegado por el Norte, la tierra del Sol, y ese era el territorio gobernado por el guardinal Anubis.
Vekna trajo el escrito encontrado en el campo de batalla, resultó ser un contrato para mercenarios.

Cuando finalizó la reunión lo busqué a Kuman y él me llevó a donde había reunido a mis paladines.
-Lo que ocurrió hoy no puede volver a ocurrir. No puede ser que por un mensaje se arme esta paranoia ¿en qué estaban pensando? ¡Encerraron a la hija del emperador de Garrat! A Tellien el hijo de Luna. Nosotros estamos aquí para cuidar a la gente no para encerrarla. Ahora prepárense, porque no sabes que va a ocurrir.
-Kuman ¿dónde está Elisha?
-La envié en un viaje espiritual- dijo y me entregó cinco insignias de mis paladines.
-¿Qué es esto?
-Son los que encerraron a todos, no merecen seguir siendo tus paladines.
-¿Dónde están?
-Los expulsé.
-Eso es algo que yo voy a decidir- le dije y me dirigía a buscar a uno de ellos personalmente.
-¿Por qué los expulsaste?- le preguntó Luna.
-Porque no estaban de acuerdo con los principios de Alexia. Porque me di cuenta de que somos unas bestias, no pensamos.
-Entonces no aprendimos nada… ¿Vas a expulsar a cinco paladines solo por un error?
-No los expulsé, renunciaron.
-¿Y entonces por qué le ocultás información a Alexia? ¡Ahora ella está sola recorriendo toda la ciudad buscándolos! ¡Andá a buscarla!

Golpeé la puerta de la casa de uno de mis paladines a los que Kuman había expulsado. Cuando abrió la puerta le pregunté:
-¿Puedo pasar?
-Sí, por favor ¿quiere algo de beber?
-Sí, gracias. Vine a hablar con vos porque no me parece bien lo que hizo Kuman. Expulsarlos no fue una solución.
-Voy a decirle porqué no nos expulsaron, porque nosotros decidimos abandonar la orden, y luego seguramente tenga que irme da aquí.
Me sorprendí ¿Qué no los habían expulsado? Pero eso fue lo que me había dicho Kuman…
-¿Por qué?
-Porque nos cansamos, porque somos simples decoraciones y no podemos demostrar nuestro valor.
-¿Demostrar su valor ante quien? No lo entiendo… ¿entonces quieren que haya una guerra? ¿Alguna vez has estado en una guerra?
-Sí. En su orden no somos nadie.
-Está bien, respeto su opinión, pero no la comparto. Sino quieren pertenecer a la orden está bien, no voy a obligarlos. Pueden quedarse en esta ciudad, aquí es su casa, no tienen que irse.
Me fui de allí, estaba muy mal, no entendía que de repente cinco de mis paladines pensaran así, quisieran la guerra para demostrar su valor, no lo entendía. Mi general de más confianza me había mentido, y con todo lo que estaba pasando, la amenaza de muerte, todos queriendo ver a la Torre Blanca destruida para sus propios fines comerciales. No podía creerlo. Fui a buscar a Kuman y lo primero que le dije fue:
-¿Por qué me mentiste? Sabías que iría a hablar con ellos…
Estábamos en la plaza principal. Él me llevó a una habitación y expulsó de allí a tres de los soldados.
-Te mentí porque no quería verte de esta forma.
-Como puedo confiar en ti, mi propio general me miente.
Él estaba destruido, pero yo también.
-¿Por qué pasó esto? ¿Hay un instigador?
-Hace mucho que pasa esto… no hay un instigador.
-¿Por qué no me lo dijiste?
Él se acercó demasiado a mí y me tomó de las muñecas. Yo lo miré a los ojos y le dije:
-¡Soltame!
-Todo lo que hice fue para que seas feliz, para que se cumpliera tu sueño. Si tenés que buscar a un culpable…
Él me hizo girar y me mostró un espejo. Las lágrimas comenzaron a brotar de mis ojos grises.
-Todo lo que hice fue para que seas feliz- repitió. Salió de la habitación y yo seguí llorando hasta que logré tranquilizarme. Luego lo fui a buscar a Null.
Él estaba en nuestra habitación y me vio entrar llorando, yo lo abracé mientras le decía:
-¿Qué hice mal? ¿qué hice mal?
-Tranquila ¿qué pasó?- me dijo suavizando el tono de voz. Me senté a su lado en la cama.
-Cinco de mis paladines abandonaron la orden… y Kuman me mintió. Me dijo que los había expulsado pero… ellos renunciaron… no lo entiendo quieren la guerra para demostrar su valor…
-Quizás no deberías dejar que cualquiera ingrese a la orden, sino solo aquellos aptos que crean realmente en tus principios.
Él tenía razón.
-Quizás tengas razón, voy a tener que hacer algunos cambios… pero ahora… tengo que ir a Bellizard- dije y me puse de pie.
-Puedes ir mañana allí.
-Pero… necesito hacer algo…- Necesitaba no seguir pensando en eso, pero había otras formas.
Lo miré a los ojos y le dije:
-Está bien, hoy voy a quedarme con vos.
Él era el único que podía tranquilizarme y yo me dejé llevar. Lo amaba con toda mi alma.

Cuando bajamos a desayunar la vi a Luna jugando con Mellian y Luneth.
-¿Por qué están tan contentos ustedes dos?- nos preguntó Mellian. Vimos que Sergis se acercaba a la mesa, se sentó y apoyó su cabeza entre sus brazos; Calista que había bajado con él lo abrazó y se apoyó sobre su hombro. Luna había activado un “círculo de verdad” aunque era evidente por qué ambos tenían tanto sueño.
-Tío Null, ¿cuándo vamos a empezar a aprender magia?
-Mirá, es muy fácil- le dijo Mellian e hizo brotar una llama de su mano.
Null y yo nos miramos sorprendidos, no sabíamos que ella podía hacer eso.
-¿Quién te enseñó a hacer eso?- le pregunté. Null tenía una sonrisa de oreja a oreja.
-Fue Sergis.
Yo me llevé a Mellian cuando la conversación se direccionó a cuantas mujeres había frecuentado mi hijo. Su padre estaba más que feliz, pero si bien yo lo aceptaba, no me caía muy bien escuchar esas cosas.
Lo busqué a Kuman.
-Perdoname por lo de ayer.
-No, perdóneme usted por mi comportamiento.
-Ahora que Elisha no está, Mellian se va a sentir muy sola, por favor cuidala mientras no estoy.
-Sí mi señora.
-Cuando vuelva veremos de realizar algunos cambios en la orden.

Tellien no llegaba entonces Luna lo fue a buscar y lo encontró abrazando a Gwen, ambos se estaban besando y acariciando. Luna lo llamó y le dijo:
-Te dije que tuvieras cuidado.
-Pero mamá, no pasó nada…
-Si la lastimás ella es capaz de volar un continente.
-Pero yo la quiero…
-La tía y yo nos vamos a Bellizard. Quedate acá y espero que seas consciente de lo que estás haciendo ¿Qué no podías elegir a alguien normal? Sos tan estúpido como tu padre.
Luego Luna le contó la feliz noticia del “noviazgo” de su hijo a Lareth.

Segunda Parte: Fecha 1

Otro amanecer se cernía sobre la Torre Blanca. Los días pacíficos se sucedían uno tras otro sin más variaciones que el constante aprendizaje de los alumnos que allí estudiaban. Hacía ya dos meses que Nellens nos había dejado en custodia a su hija Calista y ella ya era el centro de atención de todos sus compañeros. Hermosa y digna hija de su madre.
Luna estaba por llegar, ya hacía un mes que le había enviado la respuesta a su carta. Sabía que iba a ser un duro golpe para Lareth que le quitaran a dos de sus hijos, pero sabía también que él estaba de acuerdo en que vinieran a estudiar aquí. Le dije a Kuman que estuviera atento y recibiera a Luna apenas llegara al castillo.
El viaje era largo desde Orodwen. Su pueblo se hallaba en al región de Ganowain, allí se habían refugiado los humanos y pertenecía a la satrapía del viento, a cargo de Lamain.
-Niños, cuando vean a la Dama Alexia se arrodillan.
-Pero mami, es la tía Alexia.
-Hay que respetar las formas.
Alrededor de la Torre corría una rampa en sentido circular que permitía subir hasta el castillo con los caballos. Desde lejos la torre parecía una aguja blanca que se alzaba en el medio de las montañas, pero ya cerca se podían apreciar las columnas y las casas que la formaban unidas por miles de escaleras. Abajo se encontraba la sede de los caballeros, mi Orden de Paladines. No muy lejos se alcanzaba a ver el túmulo en honor a los caídos en la Guerra del Caos y debajo aún dormida y en silencio, la Armada Dorada.
En los alrededores ya se habían comenzado a asentar pueblos de gnomos en las montañas y a lo largo del camino principal se levantaron posadas y tabernas.
Luna junto a Telien y Luneth llegaron ese día a la explanada principal del castillo y allí los recibió Kuman. Él la ayudó a bajar.
-Señora…
-Hola Kuman, he venido a traer a mis hijos, como ya le había prometido a la Dama Alexia. Chicos, él es el gran Kuman héroe de la Guerra del Caos- Kuman enrojeció de repente.
-Esto es para ti- le dijo mientras le alargaba una botella- es vino puro de nuestra tierra. A Lamain le gusta, viene seguido a beberlo.
-Gracias me dijeron que es excelente ¿Qué sabes de Lamain?
-Dicen que ahora tiene una nueva esposa, ahora que Nellens quiere juntarse con las casas menores… Tú también deberías buscarte una esposa Kuman.
-No tengo tiempo para eso ahora.
-Serás un gran partido para cualquier señorita.
-Es firme su hijo- dijo luego de saludar a Telien- será un buen caballero. Eres muy parecido a tu padre.
Telien estaba maravillado con Kuman y Luneth miraba todo a su alrededor.
Cuando entraron al castillo, yo los estaba esperando, ya los había visto entrar y escuché lo que habían dicho a Kuman pero esperé pacientemente a que él los trajera. Cuando entraron y me vieron los niños se arrodillaron, seguro había sido Luna la que se los había ordenado. Me acerqué a ellos, los tomé de la mano y los ayudé a levantarse.
-No tienen por qué arrodillarse. Bienvenidos.
Luneth me abrazó fuertemente y Telien se quedó más atrás con las manos detrás de la espalda.
-Telien, que grande estás- hacía ya dos años que no los veía, los chicos crecían tanto a esa edad.
-Hola tía.
La saludé a Luna y ella me dejó una botella de vino que indiqué se sirviera esa noche en la cena.
-Kuman, por favor llevá a Telien a conocer la escuela.
-Sí mi señora
-Elisha, acompañá a Luneth a conocer la suya.
Luego Luna y yo nos pusimos al corriente de lo que estaba pasando en nuestros alrededores. Le dije que todo estaba bien salvo ataques de bandidos en algunos poblados, y que habíamos podido controlar sin problemas. Ella me dijo que en su pueblo todo estaba en paz y ambas esperamos que así continuara.
-¿Cómo está Null?
-Bien, debe estar ahora en la torre con Sergis.
-Vamos a buscarlo.
Cuando llegamos a la torre vimos que uno de los ayudantes de Null lo llamaba.
-Tenés que ver esto…
-¿Qué pasa?- le preguntó sin levantarse de su asiento y observando lo que hacía.
El hombre tenía una vela y la acercó a un líquido extraño, no pasó nada, pero cuando la colocó debajo del plato una pequeña explosión lo sorprendió.
-Interesante…- dijo Null (muchos años después este descubrimiento caería en las manos de Mael…).
Vi que Vekna se acercaba a él y apoyaba sus manos en sus hombros, me molestaba que se tomara tanta confianza con él.
-Hola Null- lo saludó Luna.
-¿Por qué no bajaste a recibir a Luna?- le pregunté.
-Estaba en clase con Sergis.
-Vamos a un lugar más tranquilo a conversar.
Llevamos a Luna a una sala de estar y luego ella quiso recorrer la escuela, así que la llevamos personalmente. Cuando llegamos a la explanada circular donde entrenaba los caballeros Telien ya estaba conversando animadamente con sus compañeros y ya tenía puesto el uniforme. Luna lo llamó, él pareció avergonzado.
-¿Vas a estar bien? ¿Necesitás que te traiga algo?
-Mamá, voy a estar bien.
-No te preocupes Luna no va a faltarle nada- le dije.
En ese momento Luna vio a unos muchachos de la escuela que regentaba mi maestro Tantalus que comenzaron a silbar a Calista, la hija de Nellens. Yo me reía por lo bajo pero Null estaba enfadado, dijo que nuestra hija jamás se acercaría a esa escuela.
Esa noche Luna se sentó a mi lado en la mesa, y servimos el excelente vino que nos trajo. Los chicos estaban con Sergis y Mellian. Todo estaba bien salvo por la presencia del regente de Bujan que había venido con su esposa Jaria. Ella sonreía por compromiso. Él había venido a hablar de comercio. Quería que fuéramos la posta en su viaje a vender las piedras de las minas de Frenzia en Bellizard. Los gnomos de Minoi también querían lo mismo así que habían venido a negociar. A mí no me gustaba nada lo que hacían en sus minas, tenían esclavos que trabajaban todo el tiempo y en insalubres condiciones. Había escuchado rumores de que esto era igual en todos los aspectos y no solo en las minas. Me repugnaba que ese hombre estuviera sentado a mi mesa.
De repente escuché murmullos de discusión en la mesa de los niños. El tono iba subiendo cada vez más. Luna miraba a Telien con ojos penetrantes y en un silencio escuchamos alto y claro:
-No son más que unos esclavos- de la boca de uno de los embajadores.
Me levanté de mi asiento en la mesa principal, acerque una silla y me senté al lado de Telien.
-Creo que es momento de que tengamos una clase.
Comencé a relatarles todos los principios que sosteníamos en el reino y escuché al esposo de Jaria decir:
-Nosotros no opinamos lo mismo- Se levantó y se fue de la sala.
-Dejá, yo me encargo- me dijo Jaria y también se marchó.
Luego de un momento Jaria volvió, se sacó el anillo de bodas y lo dejó frente a mí, me dijo:
-Podés fundirlo.
Eso estaba yendo demasiado lejos, volví a preguntarme por qué Nellens la había enviado a casarse con esa escoria. Sentí los brazos de Sergis alrededor de mi cuello. Me besó en la mejilla y me dijo:
-Y todavía no viste nada.
-¿Qué pasó?- le pregunté a mi hijo.
Él me llevó a los establos. Sabía que Luna estaba teniendo en esos momentos una charla con su hijo. Cuando llegamos a la caballeriza me mostró un rincón, habían sacado la paja y habían colocado una manta, sobre ella había un bulto. Sergis la levantó, debajo de ella había una niña, seguramente de su misma edad. Tenía signos de que la habían golpeado, estaba muy lastimada, no quise siquiera pensar lo que podrían haberle hecho además de eso. Cuando le toqué la frente sentí una sensación rara, pero que ya conocía. La levanté, Sergis me ayudó y la llevamos al castillo. La dejé en custodia de Sergis y Luna, nuestros “invitados” se estaban escapando.
-Kuman, seguilos hasta que dejen el castillo.
-Sí mi señora.
Fui a ver a la niña nuevamente, le dije que no temiera que ahora estaba a salvo. Pasaron varias horas, algo no andaba bien, Kuman todavía no había regresado. Volé hasta las afueras y cuando vi la escena no podía creerlo, había ocurrido lo peor, veinte de mis paladines muertos, atravesados por incontables flechas. Me arrodillé al lado de Kuman, estaba al borde de la muerte. Le saqué las flechas una por una mientras el dolor me invadía. Sabía que no iba a poder moverlo sola y le mandé un mensaje a Null.
-Null ayudame.
Y en unos pocos segundos él apareció a mi lado. No sé como lo hizo pero animó al espíritu de uno de los caballos, entre los dos subimos a Kuman y nos dirigimos al castillo. Me encargué de curarlo y le dije a Null.
-Perdoname si te asusté.
-No, está bien- me respondió.
Cuando Kuman ya estaba descansando me dijo:
-La niña, tiene la esencia de Danwe. Si ella volvió…
-Donde está ella, también va a estar él.
Y yo la había sentido y sabía que era cierto. Supuse que Luna era la más indicada para consolarla e intentar hablar con ella.
Cuando amaneció volví con Null al campo, iba a encargarme personalmente de los cuerpos de mis paladines. Fue horrible para mí volver a ver esa escena. Vekna me mostró que no había rastro de su huida y las flechas habían caído desde arriba o desde detrás de la colina. Si Sadeth estaba en algún sitio, ese era Bujan, o lo había estado no hace mucho tiempo.
La niña tenía un collar por el que pudimos saber su nombre, se llamaba Gwen. Luna habló con ella y la consoló, a su vez estaba muy mal porque sabía todo lo que ella había pasado y lo que le habían hecho. Cuando la dejó dormida fuera estaban los chicos, Calista, Sergis y Telien y les dijo que ella estaba bien, pero que ya no era una persona normal, así como que era posible que ella fuera la reencarnación de Danwe. Ellos se sorprendieron mucho. Cuando amaneció Luna pidió que le llevaran la comida y se la dio a la niña. Ella se sació y luego dijo:
-Gracias.
-Estoy para lo que necesites.
-¿Cómo llegué a este lugar?
-Estabas con el sultán de Bujan.
Ella se puso a llorar y Luna la abrazó.

15 años después

Torre Blanca– Tres meses después.

Ese día Null y yo llegamos a la Torre, viviríamos allí a partir de entonces. Esos tres meses ayudamos a Nellens a reconstruir la ciudad, habíamos logrado reacomodar a su gente y cuando todo quedó en orden nos fuimos deseándoles mucha suerte.
En la Torre había dejado a cargo Kuman, él se convirtió en mi primer guardián y yo le tenía mucha confianza. Los Aasimar me habían tomado como su nueva líder y yo intentaba cubrir sus expectativas lo mejor que podía. Cuando llegamos estaba todo listo, el castillo sería nuestro hogar a partir de entonces.
-Señora, bienvenida- dijo haciéndome una reverencia.
-Gracias por todo Kuman- le dije sonriendo- y no seas tan formal.- Él sonrió también y me dijo:
-Los están esperando en el salón para la cena.
Me costaba bastante todavía acostumbrarme al hecho de tener tantas responsabilidades pero Null me ayudaba mucho con todo eso. Al día siguiente cuando revisé la correspondencia encontré una carta de Luna. Me dijo que estaba esperando un niño y que vivía ahora en un bosque junto a Lareth, me decía que él ahora se dedicaba a cultivar y que su casa era pequeña pero confortable. Habían terminado de construir un pequeño altar y dijo que iba a ser en honor a Danwe.
Me dispuse a responderle:
“Hola Luna, ¿cómo estás? Estoy muy contenta por la noticia, los felicito a los dos y prometo que iremos a visitarlos pronto para conocer su casa. Nosotros estamos bien, me es todavía bastante difícil esto de liderar a mi gente pero creo que lo estoy llevando bien, igual creo que no podría hacer todo esto sin ayuda de Null. Ayer vinimos a vivir a la Torre, en Garrat quedó todo perfecto y Nellens fue elegido para ser el primer emperador, me puse muy feliz por él y más aún porque Dalia está esperando un niño. Nellens estaba muy contento (más que por ser emperador) y ella también. Los dos te mandan muchos saludos. En la Torre todo quedó perfecto y fui a Bellizard y todo estaba en orden, creo que la ciudad ahora va a tener un nuevo brillo con los humanos habitando en ella. Null se la pasa leyendo libros, creo que quiere aprender a usar magia arcana, le es difícil pero poco a poco creo que lo está logrando. Yo por ahora me dedico a descansar y a ayudar en todo lo que pueda a mi gente. No hay mucho más para contar así que me despido por ahora y seguramente nos veremos pronto. Te quiere: Alexia.

Cuando estaba cerrando el sobre escuché abrirse la puerta.
-¿Nunca vas a golpear no?- sabía que era Null.
-¿Qué estás haciendo?
-Le escribo una carta a Luna.
-Mirá esto- me dijo alegremente. Lo vi concentrarse y de pronto de su mano había brotado una llama de color rojo.
-¡Lo conseguiste!- le dije y me abracé a su cuello.
-Bueno, bueno, no hace falta hacer tanto escándalo, esto es solo el principio.
-¿Me vas a enseñar?
-¿Viste? desde que nos conocimos y estuvimos juntos esa noche no hago más que enseñarte cosas…
-No vas a lograr seguir torturándome con eso, ya no me importa.
-¿Ah no?
-No- le dije y lo besé tiernamente en los labios. Él pareció sorprendido.
-Pensé que no lo ibas a hacer nunca- me dijo sonriendo.
Él siempre haciendo sus bromas, incluso en un momento como ese. Me ruboricé un poco, era la primera vez que besaba a alguien.



Torre Blanca – Quince años después.

Extracto del Diario de la Dama Alexia:

“Pasaron quince años desde aquel día, el día de la batalla que se llevó demasiadas vidas. Allí, en el campo de guerra solo se levantaba ahora la Armada Dorada, inmóvil. Tenía conmigo la tiara, el último regalo de mi difunto padre, pero no había logrado hacer que esa mole se moviera, y tampoco había sido necesario. Ahora la hierba verde cubría todo el lugar. Había hecho construir un gran túmulo entre las dos torres, para que todos recordaran el horror de aquella guerra inútil. Todos habían sido enterrados allí, humanos, elfos, aasimars, tieflings, y el túmulo era en honor a todos ellos. Todos los años celebrábamos allí una ceremonia para recordar a los caídos.
A pesar del dolor, eso nos dio la oportunidad de cambiar, no solo nuestro anterior sistema político, sino también lo referente a toda nuestra sociedad. Formamos nuevas casas, nuevas escuelas, nuevos ejércitos que servían para la defensa. En los últimos años los ataques de bandidos a algunas de las ciudades aledañas habían aumentado y nos convertimos en los protectores de la región, ayudando a los humanos en Bellizard y a los dragones en Garrat, con los que teníamos siempre buena relación.
Nuestro mundo se había vuelto un lugar pacífico y todos disfrutamos esa paz.
Amaba ver a los niños correr por el castillo y la torre era ahora mi hogar, la llamaban la Torre Blanca. A lo lejos se veía como una simple aguja que parecía querer alcanzar el cielo, pero ya llegando allí se podían ver todas las casas que la formaban y como se iban uniendo a través de miles de escaleras y arriba en la cumbre se alzaba el castillo.
Había perdido a mi familia, pero a su vez pude volver a formar otra. Null siempre estuvo a mi lado, todos esos años y seguramente no habría podido hacer nada si él no me hubiera acompañado. Ahora él se encargaba de dirigir la escuela de “Sofía”, donde muchos querían ir a aprender a utilizar magia arcana y no le negábamos la entrada a nadie allí, incluso había elfos y humanos que desde lejanas tierras se acercaban para aprender y Null era feliz de poder compartir sus amplios conocimientos. Si bien llevaba el mismo nombre que la anterior escuela en Bellizard, sus valores no eran los mismos. A mí me hubiera gustado también enseñar, pero todas mis responsabilidades no me lo permitían, así que reprimí ese deseo en un beneficio mayor.
Había dos escuelas más, la de los guerreros, cuyo emblema era un guerrero alado en armadura dorada en honor a mi hermano y yo había seleccionado a Kuman para que la dirigiera. La última escuela era la más importante de todas, aquella que enseñaba los valores políticos y sociales que nuestro nuevo sistema quería impartir. Era la escuela que formaba a los futuros gobernantes y yo misma me encargaba de escribir algunos de sus libros de texto. El que estaba encargado de enseñar era un antiguo maestro mío, el señor Tantalus. Él me había enseñado muchos años atrás los valores que yo profesaba, aún sabiendo que era para él un peligro en aquella época. Él era el maestro que yo más quería y del que más había aprendido, obviamente no era lo que impartía a todos los alumnos pero sí a aquellos que los pudieran entender. Ahora era el más respetado de todos los maestros, y mi consejero personal. Tanto su lema como el mío era simple y se podía resumir en tres palabras: Igualdad, Libertad y Justicia”

La Dama Alexia cerró el libro en el que estaba escribiendo y salió al patio, era un hermoso día soleado y quería recorrer los jardines, allí estaba Elisha con un grupo de niños del primer grado, entre ellos su hija Mellian de seis años.
-¡Mamá!- gritó y corrió hacia ella y la abrazó. La Dama le sonrió y la alzó en sus brazos. Mellian era el vivo retrato de su madre, cabello rubio y lacio, pero tenía los ojos azules de su padre. Dos pequeñas alas sobresalían de su espalda.
-Hola Mellian, no estarás haciendo enfadar a Elisha ¿no?
-No mamá, siempre me porto bien con la maestra.
-Así me gusta. Ahora ve a jugar con tus compañeros.
-Dama Alexia- la saludó ella.
-Hola Elisha ¿Todos los niños están bien?
-Demasiado, son muy traviesos- le dijo ella sonriendo- en especial tu hija.
La Dama le sonrió divertida y le dijo:
-Creo que salió a su padre.
-De eso no cabe ninguna duda.
Sabía que su hijo mayor Sergis estaba en una de sus clases, en el salón más alto de la torre, practicando junto a su padre. Él era su orgullo, tenía el cabello rubio muy claro, casi blanco y los ojos grises como los de su madre. Había entendido el arte de la magia arcana mucho más rápido que él, claro, ahora la esencia no existía en el mundo y para los que nunca la habían logrado comprender utilizar otro tipo de técnicas era mucho más fácil.
Luna le había dicho en su última carta que enviaría a dos de sus hijos a estudiar en su escuela y se apresuró a responderle:

“Hola Luna ¿cómo están las cosas en Orodwen? Hace mucho tiempo que no lo visitamos, seguramente creció mucho más que la última vez. Aquí las cosas siguen como siempre, y me alegro que esta paz continúe. Sergis sigue progresando con su padre en el uso de la magia arcana, de hecho le gusta demasiado ese mundo, en eso salió a él. Mellian sigue creciendo rápidamente, le gusta mucho la escuela y jugar con sus compañeros. En respuesta a tu pregunta será un honor recibir aquí a tus hijos. Luneth ingresará a la escuela Sofía, a cargo de Null si ese es su deseo. En cuanto a Tellien quedará en muy buenas manos, Kuman lo guiará para que siga el camino de un buen guerrero. Creo que Nellens también quiere enviar a sus mellizos a nuestra escuela, estaré feliz de recibirlos a todos. Null les manda saludos y ambos los vamos a estar esperando. Besos.
Te quiere: Alexia.”

(escribió Naty)

*****

Orodwen

¡¡Niños!! ¿Dónde están?-
Los tres chicos mantenian silencio escondidos en la pequeña arboleda al costado de la casa.
Escondidos entre los nogales y avellanos, los niños querían que la madre los encontrara. El más grande tenía pensado que sí perdía y era el primero en caer bajo las garras de su buscadora, entregaría a los otros. Y así fue.
Luna miró a los pequeños. Su hijo mayor, Telien Galad, tenía 14 años y era la viva imagen de su padre. Pelo corto negro, porte, no era demasiado alto pero si espigado. La del medio, Luneth Tiris, era más parecida a ella, de 10 años de edad, tenía una figura menuda, era alta, inusualmente alta, y sus cabellos dorados se veían más hermosos en combinación con sus ojos profundos azules. Por último, las más pequeña, de sólo 8 años, Kael Galatea, era muy simpática y seguramente la más mimada de todos, por sus padres y por sus hermanos. De mirada astuta, sus ojos color miel escrutaban todo escenario para ponerlo a su favor.
Vamos, que es hora de almorzar- dijo Luna.

Los cuatro caminaron unas pocas cuadras del pequeño pero importante poblado de Orodwen (Dama de la Montaña) con destino a la Iglesia principal. El pueblo en sí era pequeño, pero iba creciendo día a día. En verdad eran dos pueblos. Uno, ubicado sobre el corte vertical de una montaña (quizás producto de la Segunda Guerra del Caos), gozaba del curso de un río de deshielo y de varias pequeñas cataratas que formaban pequeños lagos, algunos con importantes cavernas llenas de agua. Este era el Orodwen superior. Y el otro, en la parte baja del río, donde vivía la guardia del pueblo y una porción importante del campesinado, era el Orodwen Inferior. En ambos pueblos, el agua nunca faltaba, pese a la elevación del terreno. Este pueblo se había convertido en un refugio de muchos sobrevivientes de la guerra, principalmente de familias huérfanas. Vivían en relativa armonía y tranquilidad, puesto que todavía nadie había querido adosar el pueblo a su reino. Se había desarrollado una pequeña industria textil, por pedido de Luna, y había abundante comida: dada la amplía cantidad de agua, el sistema de riego por terrazas que había instaurado Lareth se había ampliado y daba fructíferas cosechas de maíz, tubérculos y otras variedades de vegetales. Había en la parte más baja de la ciudad una plantación de trigo con el que hacían pan, pero era pequeña así que en muchos casos utilizaban arroz. Se mantenían varios animales, principalmente aves de corral, cabras, corderos y cerdos. Era muy difícil criar vacas a tanta altura, aunque en la zona del Orodwen inferior se daba una buena cría de caballos, dado que a ambos costados de la montaña había algo de estepa con espóradicos bosques. No obstante, los bosques que no estaban sobre la estepa se mostraban exhuberantes sobre la falda de las montañas. No llovía demasiado en la zona, la montaña cortaba casi toda tormenta, no obstante, se daban muchas lluvias cortas.
En la parte superior de la ciudad, la más poblada, había un buen número de casas, la iglesia principal, el mercado y alojamientos. También había una textil, talabarterías y una pequeña compañía dedicada a la minería en las montañas, que también fabricaban ladrillos para la
construcción. Contaban con un vidriero experto, y varios herreros. En sí, era una ciudad bastante completa. La iglesia era el edificio más grande, puesto que contaba con dos anexos, uno para el orfánato, de dos pisos, con un comedor, cocina y baños en la planta baja, y las
habitaciones en el segundo piso. El otro anexo era la parte de la escuela, pocas habitaciones espaciosas para los alumnos, una biblioteca pequeña y un patio externo donde practicar alguna
actividad marcial o deportiva. La Iglesia era donde se congregaban los fieles a recordar los preceptos que dictaba Luna una vez por semana. Adornaba la iglesia un altar dedicado a Danwe.
Había una placa que rezaba: "Danwe nos dio la vida a nosotros, al mundo. No olvidemos nuestro lugar en él ni nuestra alma. Demosle comida al hambriento, ropa al desnudo, salud al enfermo,
educación al ignorante. Hagamos del mundo un lugar mejor para vivir en paz y tranquilidad".
Como se dijo antes, la gran mayoría del pueblo eran sobrevivientes de guerra, pero otros tantos habían venido de Lessender al enterarse que la Dama de los Cuatro Vientos era la sacerdotisa de Orodwen. Así que el núcleo central de la ciudad era de gente con buena predisposición en la vida y muchos conocidos.
Por la parte inferior de la ciudad cruzaba una carretera que unía dos grandes ciudades, con una salida especial para Orodwen. Así que la ciudad no estaba escondida. La parte inferior contaba con unas murallas altas, levantadas por solicitud de Lareth para custodiar el pueblo de bestias salvajes y bandidos que hayan sobrevivido a la Guerra. Lo mismo la parte superior de la ciudad, no obstante las murallas de la parte superior solo cubrían los bordes, al estar en elevación.

Al llegar a la Iglesia, Luna saludó a uno de los pequeños hijos de Adirne, su "asistente". Adirne era una mujer de unos cuarenta años, madre de ocho hijos, la mayoría de distintos padres. Su último esposo, el que según Adirne más amó, había fallecido en la Guerra y la única forma que encontró de mantenerlos tras la muerte de su amado, fue en la Iglesia. Los chicos (y chicas) ayudaban en todas las tareas de la Iglesia, desde cocinar hasta limpiar, ordenar los libros, entrenar en la escuela. Eran buenos chicos y Luna tenía muchas expectativas en ellos.
El pequeño guió a los cuatro elfos al comedor central. Adirne estaba sirviendo un guiso de maíz con carne y arroz con vegetales. Era la comida más tradicional. Los chicos del orfánato estaban comiendo para luego reintegrarse a las clases. Hacían de todo: estudiaban, entrenaban, oraban. La idea era que al final de su curso pudieran convertirse en ciudadanos del pueblo o bien emigrar a ciudades más grandes para establecer lazos comerciales y engrandecer Orodwen. Pero principalmente la intención era educarlos y que no les falte nada.

Los chicos saludaron a Luna y se pusieron a jugar con las pequeñas. Telien se mantuvo junto a su madre, sabía que los otros chicos lo respetaban mucho y mantuvo su compostura. Todos se sentaron a comer. El único que faltaba era Lareth, que desde su posición de esposo de la sacerdotisa, era virtualmente el gobernador de la ciudad, y repartía su tiempo organizando lo que faltaba. Si se echaba en falta un ceramista, iba a alguna ciudad cercana y contrataba uno, si la suerte acompañaba, quizás lo tentaba de ir a vivir a Orodwen. Y así estaba en todos los detalles.

Sí, la vida en Orodwen era tránquila. No obstante, Lareth y Luna tuvieron que usar sus armas algunas veces. Siempre se escapaba alguna bestia salvaje que deambulaba por ahí y atacaba el pueblo, ni hablar de pandillas de ladrones que habían sobrevivido la guerra. Por eso ambos creían importante no solo formar a los pequeños y a los ciudadanos de forma intelectual, sino también darles algún entrenamiento militar, para que pudieran defender su pueblo en caso de necesidad. Lareth se había encargado de tener una buena guardia del pueblo, reclutando algunos viejos conocidos de Lessender. Incluso logró rescatar el escudo de la familia Tempestas, que yace en la casa de ambos, y las armas de Telien, el maestro de armas de Luna, lo que provocó el llanto de la sacerdotisa.

Cuando terminaron de comer, Telien y Luneth empezaron a saludar efusivamente a los chicos: la gran mayoría de ellos habían crecido con ellos dos. Era tiempo de partir para los más hijos más grandes de Luna. La última carta de Alexia le había confirmado la posibilidad de llevar a Telien a entrenar a la Fortaleza de Arathiel. Luna deseaba que su hijo llevara los valores que manejaba la Dama Alexia, sus códigos y virtudes. Y a Luneth, que siempre había demostrado interés en el mundillo mágico, la dejaría en manos de Null, esposo de Alexia y excelente hechicero. Telien era el más reticente con la idea, sentía gran afinidad por explorar los bosques aledaños a la montaña, y disfrutaba usar las cimitarras de su madre cuando ésta no estaba. Incluso su padre le había enseñado algunas triquiñuelas. Pero la decisión de Luna era incuestionable. La pequeña Luneth, en cambio, veía con agrado la mudanza, aunque le iba a costar horrores desprenderse de su familia y amigos.
Volvieron a la casa y tomaron sus cosas, Luna se calzó su armadura pesada (regalo de Null, mágicamente diseñada para no limitarle su movilidad), sus dos espadas, capa y tomó algo de oro y raciones para el viaje. Hizo una rápida selección de objetos útiles para la travesía. Telien tomó las armas de su tocayo, antiguo maestro de armas de su madre, que eran el regalo de sus padres. Y la joven Luneth terminó de guardar algunos recuerdos que quería llevar. Los
tres ya se habían despedido de Kael, que se había quedado con Adirne hasta que volviera Lareth.

Los tres elfos salieron de la casa y se despidieron de muchos amigos del pueblo. Luna volvería pronto, pero los otros dos quizás en unos años. Bajaron por la Gran Escalera que unía las dos partes de Orodwen y cuando llegaron el inferior, vieron tres caballos ya ensillados y a Lareth esperandolos. Los dos hijos saludaron tiernamente a su padre, no lo
verían en un tiempo, calculaban. Luna besó a su marido, hace años que no se habían alejado un tiempo el uno del otro, salvo aquella vez que Lareth había vuelto a Lessender, pero Lamain, viajero frecuente de Orodwen por su delicioso cordero a las hierbas con arroz, había ayudado a hacer el viaje en poco tiempo. Luna, Telien y Luneth subieron a sus caballos y partieron rumbo a Arathiel.

(escribió Draften)

*****

Null (escribió Gonza)

El sol despuntaba sobre las montañas, y con su calida luz iluminaban la torre blanca. En la “Academia de las Mil Campanas” un escaso grupo de jóvenes se reunían en uno de los salones, sus uniformes negros y plateados aun conservan rasgos de la antigua academia, solo modificado por dos pequeños bordados a cada lado del cuello: unas pequeñas alas doradas.

A diferencia de la Academia de Guerreros, que aceptaba a cualquiera dispuesto a luchar por las creencias de la Dama y de la Torre Blanca, en las Mil Campanas solo se aceptaba a los más fanáticos y selectos miembros. No había cabida para la mediocridad.

Escondida tras la imagen de una escuela de hechicería e investigación, la verdad quedaba oculta en estricto secreto que solo unos pocos conocían.

El salón, amplio y oscuro solía ser usado para las reuniones que abarcaban a toda la academia. En el pulpito, Null ya bastante maduro, con su pelo platinado despeinado y arremolinado, sus ojos azules fríos como el océano, vestía solo una simple túnica negra con estrellas plateadas bordadas en el pecho. Sus únicos adornos eran un anillo de bodas, un trozo de obsidiana tallada para amoldarse al cuello, y una espada al cinto con el símbolo Æ plateado grabado en la vaina.

Mientras los jóvenes iban ingresando en el gran salón la voz desde el pulpito empezó a sonar profunda y pastosa, con un tono entre ironía y asco.

-Felicidades, de entre todos los alumnos de esta Academia de las Mil campanas, ustedes fueron elegidos para servir a la Dama y a sus ideales. Para mancharse las manos, y de ser necesario, sacrificarse por ella y los ideales de la torre blanca: libertad, igualdad y justicia. Los más altos ideales de toda civilización. Aquí, en esta sala, esta lo mejor de toda la creación, los mas valientes guerreros, los exploradores mas silenciosos, los eruditos mas aventureros. Felicidades han elegido el peor de los caminos, el camino más sacrificado y más doloroso, el camino a su propia tumba, a la de sus familiares y amigos, a la miseria y el dolor. Para ustedes no habrá tumbas, no habrá medallas y no habrá memoria. Bienvenidos a la Ultima Pluma, bienvenidos a los peores años de su vida.

Tras el silencio, las puertas del salón fueron cerradas con un estruendo, dejando todo en penumbras.



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Una tenue luz iluminaba un galpón perdido en un pueblo costero, una baja bruma rodeaba todo el pueblo y la poca luz de luna creaba sombras borrosas y mal definidas. En el piso varios cuerpos tirados aquí y allá.

-Tardamos buen tiempo en encontrarte Kondar, pero te encontramos. ¿No habrás creído que saldrías impune o si?.

Null hablaba con serenidad mientras se paseaba mirando distintos contenedores. En el piso, su interlocutor, un calvo y musculoso guerrero que era sujetado por dos figuras ensombrecidas vestidas de negro.

-Sin duda un plan audaz, enemistar dos pueblos para lucrar en el caos, y mandar a los caballeros de Alexia para quitarte de encima enemigos políticos.

-¿Que sabe un rey faldón como tu de política?, no eres mas que un bufón que se esconde tras su señora, ¿y que si yo arroje la primera piedra?, no tienes forma de probarlo, no hay forma de probarlo, todos saben quien ataco primero, incluso ellos reconocieron que fue un grupo de sus guerreros, bajo la ley de tu esposita no me puedes poner un dedo encima, ¿recuerdas todo eso de la justicia? No puedes probar nada figurín, ahora quítame tus monigotes de encima, además ¿no es parte de ser un caballero de Alexia luchar por la igualdad?, mira a mis enemigos quedaron todos igualitos, sin cabeza, sin duda un muy buen trabajo.

-Tienes razón, la justicia de la torre no me permite tocarte… eres… igual a todos y tan libre como todos de hacer lo que quieras... y si fuéramos unos simples caballeritos en reluciente armadura no haríamos nada, pero hay cosas con las que ellos con su código de honor no se pueden entrometer, y es por eso que nosotros no somos caballeros…


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El estudio de la torre, donde Alexia había exiliado a Null y sus experimentos era un tanto pequeño pero acogedor. Frente a las puertas se encontraba el escritorio principal, donde Null le solía dar clases a su hijo. A los lados grandes estanterías circulares amueblaban las paredes que contenían cientos de libros, botellas, y objetos extraños. Tras el gran sillón dos enormes ventanales llenaban el estudio de un color azulado, a ambos lados de estos ventanales se encontraban escaleras que conducían a los niveles superiores. Entre las muchas y variadas decoraciones destacaban los recuerdos de su vida, un anillo, un antifaz y una espada destruida, todo colocado en una estatua que daba la espalda a los ventanales. La estatua era de una mujer de rodillas con lagrimas en los ojos, con los brazos en alto sostenía la espada, en su rostro el antifaz y colgando del cuello el anillo.

Fue en ese salón que un día, durante las clases a Sergis que mantuvieron esta conversación:

-¿Qué es la justicia?, me podrás decir de memoria los preceptos de tu madre, y no estarías equivocado… Pero esa no es la única justicia, la justicia, la igualdad, la libertad, todo depende de cómo se miren las cosas. No quiero decir que las ideas de tu madre estén equivocadas hijo, de hecho, por su simpleza y pureza son las que el pueblo mas adora, y en el fondo es por lo que la amo. Pero esa simpleza trae otros problemas, sus caballeros por ejemplo el idiota de Kuman, emisarios y portadores de la palabra de la Dama a todos los pueblos del mundo, esos pobres infelices no tienen ni idea de cómo enfrentarse a situaciones donde hacer el bien implique hacer un mal. Dime Sergis, ¿quieres a tu madre y hermana?, va a llegar un momento en tu vida en que deberás elegir entre mancharte las manos por los que quieres, o no. Yo te daré las herramientas para lo primero, pues para mi, el fin justifica los medios.

Tras esto, null se levanto para mirar por los ventanales como Mellian y Elisha jugaban

-Después de todo es por esas sonrisas...

Fecha 6

La desión fue unanime, Corax dijo que él nos podía llevar a Bellizard a Null y a mí y Lamain llevaría a Luna y a los demás a Hellios. Nosotros iríamos a hablar con Asagoth y Luna iría a buscar a Alessia.
Yo sabía que Asagoth vivía en Celestia, en el Norte de Bellizard en la Torre de Arathiel. Bagira le dio la llave de la Rueda del Destino a Null, y la rueda a Luna. Ella se la dio a Krossel que se la colgó del cuello. El centro quedaría en manos de Bagira.
Lamain no tenía cartas de navegación para llegar hasta Hellios así que decidieron que partirían hacia Lessender y de allí conseguirían mapas para continuar. Luego de descansar un poco partieron.
Cuando llegaron a Lessender lo vieron en llamas, estaban en medio de una batalla. Humanos contra humanos bajo el mismo estandarte pero de diferente color. Cuando llegamos un portavoz le entregó a Nellens un mandoble de acero negro con vetas plateadas, era plata estelar.
-Esto se lo envía su padre.
-No me esperaba esto, gracias- él lo miró y lo enfundó.
-Habrá que ir a la casa del notario- dijo Luna.
Las personas que vivían de las afueras corrían hacia el interior de la fortaleza para protegerse, el círculo exterior estaba en plena batalla y las casas ardían en llamas. La guardia urbana los defendía mientras las catapultas bombardeaban la ciudad. Vieron entrar a una escuadra de elfos oscuros bajo el estandarte de la luna y la estrella plateada.
La casa del notario estaba prácticamente intacta, todos adentro se armaban para resistir.
-¿Qué es lo que está pasando en este lugar?- le preguntó Luna al notario, que ya estaba con su armadura calzada.
-Nos están atacando.
-¿Quiénes?
-Parte de las legiones de Amenobriga, comandadas por el hijo mayor de Toro del Norte.
-¿Dónde esta él ahora?
-Con la caballería.
Luna se dirigió hacia el campo de batalla e hizo volar por los aires las catapultas. El colmillo de Fenris se iluminó y Nellens desenfundó su nueva espada.
-No los mates, tratemos de evitar muertes innecesarias- le dijo Luna.
Luna avanzó hacia el general mientras Nellens y Krossel despejaban el camino con ráfagas de energía que hacían retroceder a los hombres. La tierra se levantaba cuando descargaban los golpes y muchos fueron despedidos por los aires. El ejército comienzó a retroceder, Luna siguió avanzando y sacó un paño blanco y lo sostuvo en alto, pero le arrojaron una lluvia de flechas. Ella las frenó a todas en el aire y las redireccionó hacia ellos.
-Buscamos paz, dejen de atacarnos si quieren vivir- les dijo Nellens.
-Queremos hablar con su líder- dijo Luna.
Todos estaban pálidos de terror y les abrieron camino hasta su jefe, que estaba igual de aterrado. Luna le apuntó a él con todas las flechas.
-¿Quién eres tú?- le preguntó Luna.
-Eh… Eh… mi nombre es…
Él sin poder seguir hablando se arrodilló en tierra y clavó la espada en el suelo.
-¿Por qué has atacado al pueblo?
-Por usted señora. Él ayuda a mi padre y es un traidor.
-No hay necesidad de tantas muertes- le dijo y luego le informó- Su padre se encuentra en el sur abriendo las puertas del infierno.
Vio que él se sentía sumamente avergonzado por eso. Luna se dio cuenta de que parecía mucho más joven.
-Pareces mucho más joven de la edad que deberías tener…
-Mi padre encontró algo en el norte, él volvió cambiado y sabía manejar la esencia. En el viaje encontró a un hombre que le enseñó.
-Sadeth
-Seguro- dijo Nellens.
Luna le pidió que todos fueran a ver al notario y cuando llegaron a la ciudad, él les dijo:
-Veo que ha capturado a los salvajes. Deberán ser castigados por todo esto.
-Eso es algo que yo determinaré.
-Toro del Norte es nuestro libertador.
-Vuestro “libertador” va a abrir las puertas del infierno ¿sabías eso?
-No. Él no haría eso.
-Depende con quien se haya encontrado.
-Y de quién lo esté manipulando- agregó Nellens.
Luna les dice a los dos que deben unirse, que todos ellos son de Lessender “Si llega a haber inconvenientes, puedo llegar a enojarme mucho” les aclaró.
Vieron que un grupo de cadormens se acercaba a ellos. Luna reconoció a Dalia y la saludó.
-¿La esposa de Null donde está?- le preguntó.
-Ella decidió hacer un viaje al norte- le respondió Dalia.
Luna le pidió los mapas al notario y él le dijo que tendría todo aquello que necesitara.
Dalia se acercó a Nellens y lo abrazó efusivamente.
-Que bueno verte.
-Gracias- le respondió ella.
-Me alegra saber que estás bien.
-¿Qué está pasando?
-En resumidas cuentas tenemos que evitar que se abran las puertas del infierno.
Atrás de ella venía Madre Baenre que lo saludó:
-Joven dragón como le va. Tengo entendido que es de la casa de Bahamut.
-Así es.
-Es un honor que hay elegido a mi hija. Veo un futuro interesante en nuestras dos familias. Me gustaría que nuestra unión se concrete en un vástago de ambos.
-Lo que ella más quiera me haría feliz.
-Si necesita algo para su viaje a Hellios, no tiene más que pedirlo. Le puedo prestar a mis arqueros.
Luego cuando Nellens y Dalia hablaron a solas ella le confesó:
-Yo no soy una cadormen “normal”. Estoy lejos de la actitud feminista de mi madre que piensa que debemos dominar sobre los hombres. Yo solo quiero estar con vos. Si voy a morir quiero saber que amé a alguien enserio. No como mi mare que jamás pudo hacerlo.
-Quiero que tengamos esto bien en claro, no nos apresuremos
-Yo puedo vivir muchos años- le dijo mientras le sonreía.

*****

Luna, Nellens, Lareth, Lamain y Krossel caminaban hacia Hellios, una tormenta de nieve los azotaba. Vieron una figura negra en el aire, era Máscara de los Inviernos que venía acompañado de su Jurgenot, un horrible ser compuesto de carne muerta del tamaño de un edificio. Vieron manchitas negras en la nieve, era su ejército que se estaba desplegando.
-¡Mascara!- grito Luna y todos la miraron.
Trató de sentir donde estaba Alessia y les indicó el camino. El Jugernot disparó un rayo de energía hacia ellos. Krossel corrió hacia un lado y Nellens hacia el otro dispuestos a destruirlo.
-Ustedes encárguense del ejército- les dijo Nellens y sacó la espada que le diera su padre. Corrió hacia el Juguernot seguido de Krossel. Lamain utilizó su espada para hacer un corte en el espacio tiempo y trajo a su lado a Jaria, ella le tiró un arco y lo vieron apuntar hacia el Jugernot.
-Vos por el brazo derecho, yo por el izquierdo- le dijo Krossel que empuñaba el colmillo de Fenris. Nellens asintió. Mientras se acercaban a él iban descargando golpes de energía con las espadas y el ejército de Máscara de los Inviernos era arrojado lejos a su paso.
-Apurate- le dijo Lamain a Luna.
-Sí, me apuro porque sino no va a quedar ejército que matar- dijo y sacó sus cimitarras. Llegó hasta la prisión y comenzó a descender. Vio a Alessia atada con cadenas a la pared y un vórtice de energía caótica a su alrededor.
-Mi señora- la saludó Luna.
-¿Me sacás de acá así charlamos?- le dijo ella.
-Si me decís una forma de sacarte…
Ella se miró las muñecas.
-Metal, metal.
-Ah! La forma clásica- dijo Luna que se arrojó con sus cimitarras a cortar las cadenas hacia el foso. Luego utilizó su poder para flotar en el aire y sacarlas de allí.
-Bueno chicos, nos vamos- dijo Luna cuando volvió al campo de batalla.
-Ok, hay que apurar los trámites- dijo Nellens mientras seguía rebanando con la espada al Jurgenot. Le abrió un enorme agujero a Krossel para que él pudiera llegar hasta Máscara de los Inviernos. Acto seguido se fue a donde estaba Luna.
El Jurgenot comenzó a explotar desde abajo y se convirtió en ceniza. El ejército comenzó a desvanecerse con él. Luna vio la espada de Krossel e intento levantarla para llevarla con ella pero era muy pesado, no veían a su amigo el lobo por ningún lado. Luna no podía sentir su presencia y creyeron que había muerto. De repente vieron que debajo de la nieve algo se movía y Krossel se sacudió la nieve.
-¡Estúpido! Pensé que habías muerto.
-¿Yo muerto?- dijo sonriendo- dame eso, que yo lo llevo- y tomó la espada que Luna no podía ni siquiera levantar sin ningún problema.
Todos sintieron nuevamente un estremecimiento en la esencia y Luna le pidió a Lamain que los llevara donde estábamos nosotros.

******

Yo estaba muy cansada. Sabía lo que tenía que hacer de ahora en más pero necesitaba dormir y teníamos algunas horas.
Busqué algún lugar y mientras estaba en eso me lo encontré a Kuman, el humano que seguía a Lamain.
-Señorita ¿en que puedo ayudarla?
-Solo necesito descansar un poco.
-Venga, yo la llevaré a una habitación.
Él me llevó hasta un cuarto.
-Cualquier cosa que necesite solo tiene que avisarme.
-Gracias.
Cuando entré noté que me había llevado a su propio cuarto. Era muy sencillo pero acogedor, en nada parecido a mi lujoso cuarto de Bellizard, pero su cama era extremadamente cómoda. Me dormí enseguida.

Null caminaba por un pasillo y se lo encontró a Kuman custodiando una puerta. Él le dijo que yo estaba durmiendo adentro.
-¿Tómo mucho?
-Solo está dormida.
-Por eso ¿tomó mucho?
-No, estaba sobria.
Cuando me desperté salí para buscarlo a Null, afuera estaba Kuman medio dormido en la puerta. Lo llamé tocando su hombro.
-Señora.
-No era necesario que te quedaras aquí ¿dónde está Null?
-Está hablando con Corax, es por aquí.

-¿Qué vamos a hacer ahora?- le dijo Corax.
-Nuestra paladin quiere ir a ver a su diosa.
Comenzaron a hablar de los dioses. Null decía que no entendía en que cuadraba el caos en todo eso, ella (Alessia) no tenía una contrapartida. Corax le dijo que en un principio existió el vacío y así nació también la creación. La creación era cambio y el caos es en sí mismo cambio creativo. Así tenían a alguien que creaba (Danwe), alguien que le daba dinamismo (Morwell) y alguien que controlaba (Asagoth).
Pero Null tenía varias dudas, entonces si existían Luna y Alessia ¿por qué Asagoth no tenía representación en la Tierra? ¿Por qué los Aasimar peleaban entre sí? ¿Cuándo se había roto la cadena de mando? ¿Por qué exaltó Toro del Norte? ¿Qué papel jugaban los humanos en todo eso?
Corax le dijo que a todos les faltaba algo. A los humanos no. ¿Qué debía desaparecer de la Tierra para que el mundo se nivelara nuevamente? “Quizás nosotros, los poderosos somos el verdadero mal” reflexionó.
Si existía una raza que podía controlar los tres aspectos, ¿para qué tener guardinales o señores de la muerte? “Pensá que pasaría si desapareciera la esencia”
Entré al lugar donde estaban y le dije a Null.
-Vamos.
Y él me siguió una vez más.

Corax abrió un agujero en el espacio tiempo y nos transportó al sur. Llegamos en medio de las montañas, hacía mucho frío. El primero en cruzar fue Null. Y cuando lo seguí vi un cuadro horroroso. Entre las dos torres se alzaba el ejército de los Celestiales, junto a los Aasimars y la Armada Dorada. Del otro, la Armada Infernal y junto a ellos Toro del Norte. En ambos bandos miles de humanos peleaban en uno u otro bando.
-Creo que llegamos en mal momento- dijo Null.
A lo lejos se escuchó el cuerno de Barratiel y los ejércitos avanzaron. No pude soportar la visión y caminé con la cabeza gacha, cubierta con la capucha.
Al llegar a la torre nos recibió un magistrado de Zariel.
-Null de la casa Sofia, ¿a qué se debe su visita?
-Venimos a hacer averiguaciones.
-Señorita- me dijo agachando la cabeza. Yo no podía entender cómo podía estar tranquilo con lo que estaba pasando a solo unos metros. Lo saludé bajando la cabeza.
-Venimos a hablar con la diosa.
Él nos condujo hacia adentro. Llegamos a una gran sala, en el centro se alzaba un altar circular y sobre él la majestuosa imagen de Zariel de cinco metros de altura. Su piel brillaba como si incontables estrellas se hubieran posado sobre él. Tenía una túnica dorada. A su alrededor todos los zariels se encontraban orando.
-¿Quién será el portador?
-Yo- dije simplemente y él me miró para que lo siguiera. Cuando me dispuse a seguirlo sentí que alguien me tomaba de la muñeca, era Kuman. Lo miré como tranquilizándolo y él me soltó.
Cuando llegué junto a Zariel me arrodillé ante él, me sentía tan pequeña. Él colocó uno de sus enormes dedos debajo de mi barbilla y me levantó el rostro hacia él para que lo mirara. Me dijo que me pusiera de pie.
-Alexia ¿por qué has venido?
-Quiero detener esta guerra inútil.
-¿Estás segura?
-Muy segura.
Él se sacó el collar que tenía puesto y lo vi empequeñecerse hasta que lo pudo sujetar a mi cuello. En ese momento sentí que me transportaba a otro lugar. Era un largo pasillo, siete estatuas de ángeles lo circundaban. Algunas con vetas negras, otras con vetas doradas. Al fondo lo vi a Zariel empuñando una espada y a su lado una luz que brillaba incandescente. Me acerqué y vi una mujer rubia, muy hermosa, apenas llegaba a distinguir su contorno. A medida que me acercaba sentí que crecía hasta tener la misma altura que Zariel. Me arrodillé frente a ella. No pude contenerme más y lloré.
-Señora
Ella me vio llorar y yo me sentí contenida.
-Vine a hablar con usted, quiero detener esta guerra.
-Hay una forma de hacerlo. Pero tendrás que ser mi representante en la Tierra ¿lo comprendes?
-Lo que sea para detener esto. Asumiré la responsabilidad- Ella me sonrió.
-Reuniendo la rueda del destino y a las tres diosas podrán detener la guerra.
-Haré lo que sea necesario.
-Que así sea.
Ella puso su mano sobre mi frente y sentí que me rodeaba un aura de luz. Cuando abrí los ojos vi que brillaba más allá de lo imaginable. Tenía seis pares de alas doradas y volé al exterior, el techo se abrió ante mí y vi como los zariels me seguían.
Me dirigí hacia los dos ejércitos, sentía que todo se detenía al llegar y lloré sobre el campo de batalla y todos me vieron hacerlo. Aterricé entre los dos ejércitos y con los zariels los dividimos en dos.
Llamé a Barratiel y a Azmodeus sin hablar y ellos se acercaron.
-¡Basta! Detengan esta guerra inútil.
Barratiel me miraba como si hubiera cometido un gran pecado.
-Detengan esta matanza.
-Pero señora, ellos están saliendo del infierno a destruirnos…
-Pero nada, ellos tienen derecho a vivir aquí como nosotros.
Azmodeus me miró incrédulo.
-No vamos a irnos si ellos no se retiran primero.
Barratiel sacó su espada al igual que sus seguidores. Lo detuve con mi mano.
-Retírate.
Y en ese momento lo vi llegar a Null.
Llamé a Toro del Norte, un aura maligna lo rodeaba, estaba cubierto de odio. Le toqué la frente y sentí como mi brillo se apagaba. Yo no podía hacer nada por él. Se dirigió nuevamente al lado de sus tropas.
Null y yo volvimos a hablar con Barratiel y Azmodeus pero no quisieron escuchar razones. Azmodeus escupió el suelo frente a Barratiel y él lo quiso atacar.
-¡No!
-Pero señora, me está insultando…
-Esto no va a llevar a nada salvo a muertes innecesarias.
Pero Azmodeus se dirigió nuevamente hacia su ejército y la batalla parecía inminente.

Cuando llegaron Luna nos saludó y me preguntó qué pasaba. Le dije que había estado intentando que terminaran con esa locura pero que hasta ahora no había podido conseguir demasiado. Ella llamó a Toro del Norte. Le dije que había querido purificarlo pero no había podido.
-¿Qué estás haciendo?- le preguntó Luna.
-Dijo que ibas a preguntar eso.
-Sadeth sabés que si me matás, después te van a matar a vos.
-¿Sadeth?
-Sí.
Y Toro del Norte se convirtió en Sadeth.
-Podemos cambiar esto, no podés vivir con esa ira.
-No voy a destruir el mundo, el mundo lo vas a destruir vos.
Y mientras ellos hablaban vi que Lamain sacaba sus espadas y abría dos agujeros en el espacio y comenzaba a sacar dragones por ellos, Jaria lo ayudaba. Solo seis dragones lograron salir a tiempo. Nellens vio que del otro lado había miles de demonios y los dragones luchando como último bastión. Nellens quiere cruzar por uno de los agujeros pero Lamain lo agarra de la ropa, él queda entre medio de ambos planos.
-Vas a tener que seguir con lo que yo empecé- le dijo Bahamut y lo empujó hacia el otro lado.
-Nooooo- gritó Nellens al ver que su padre se quedaba allí para morir.
Lo vi arrodillarse sobre el suelo y me arrodillé junto a él abrazándolo. Él no me dijo nada pero agachó la cabeza muy afligido. En ese momento la vi a Luna desenvainar las cimitarras y desafiar a Sadeth. Él materializaba una horrible lanza de energía negra.
-Vení, somos vos y yo.
Ella lo atacó pero él frenó las cimitarras y hubo una gran explosión de energía. Me paré entre ellos dos para frenar el combate, pero Sadeth la miró a Luna sobre mi hombro, no parecía querer terminar con eso y se preparó. No podía dejar a Luna sola y me paré a su lado. La miré a Alessia, ella estaba parada al otro. Entre las tres comenzamos a combinar nuestros poderes para arrojarle un rayo de energía. Él se preparó para el impacto. Nellens en el suelo vio como las tres nos transformábamos. Luna parecía tener una máscara en la nuca, una capa negra la cubría. A Alessia comenzaron a crecerle pelos y pezuñas de animal. Yo estaba al rojo vivo y mis cabellos se tiñeron de negro. Nellens vio el terror de que las tres diosas se convirtieran en Death Lords e intentó absorver la energía de las tres para redireccionarla a la tierra. Utilizó el anillo que le había confeccionado Null antes de separarnos para convertirse en un dragón gigante y se interpuso en el trayecto del rayo. Alessia había podido refrenarse un poco y yo lo vi a Kuman en el suelo, venas azules cubrían su rostro, lo estábamos consumiendo todo, quería parar pero ya no podía hacerlo, me refrené en el golpe todo lo que pude. Nellens no logró su propósito y el rayo que había sido verde y luego se convirtió en negro le pegó de lleno, se convirtió en humano y cayó al suelo. El impacto del rayo también lo arrastró a Sadeth que quedó clavado en la montaña.
Corrí hacia Nellens pero no podía curarlo, él estaba muy herido y me dijo:
-Es lo que quiere, parenla a ella.
Me dirigí nuevamente hacia Luna. No veía a Null ¿Dónde se había ido? Lo necesitaba a mi lado.

En el medio del desconcierto Null, Krossel, Corax y Bagira desaparecieron. Corax los transportó a la ciudad imperial. Eran dos ejércitos, humanos contra humanos, uno de ellos dirigido por Toro del Norte. Null intentó razonar con él, pero a medida que él le hablaba el humano destruía todo a su paso.
-Te voy a tener que parar, no podés hacer esto.
-Me gustaría que lo intentes- dijo y casteó un hacha gigantesca.
Null intentó despejar de motas el lugar y las absorbió, cuando las direccionó hacia Toro del Norte lo atravesó de lado a lado con un rayo de energía y fue su final. No había sido su intención pero no pudo controlarse.
-¿Qué hice?
En ese momento vio un pedacito de tela debajo de una gran roca que le llamó la atención. Cuando la levantó haciéndola volar por los aires vio debajo el cadáver de Ini. La ira se apoderó de él y comenzó a convocar meteoritos que caían sobre los dos ejércitos. Cuando vio que no podía refrenarse los envió contra la ciudad imperial y la misma comenzó a caer, la destruyó por completo.
Nellens frenó cuando lo vio a Corax, a su lado estaba Bagira.
-¿Qué hacemos?
-¿Probamos cómo se usa esto?- dijo mostrando la llave. Krossel y él le entregaron sus partes a Bagira que las unió al centro. La rueda comenzó a girar y las motas de energía empezaron a entrar en ese extraño objeto. Era una rueda que estaba drenando toda la esencia libre. Luego de hacer su trabajo y eliminar toda la esencia del mundo se desintegró.

Luna iba hacia Sadeth y le dije a Alessia.
-Hay que frenar a Luna.
Ella pareció estar de acuerdo conmigo y nos dirigimos hacia ella. Luna corre hacia Sadeth con las cimitarras en mano, pero antes de llegar a él siente un pinchazo en la espalda. Era Nellens que la atravezó con su espada negra. Luna vio el trozo de metal negro con vetas plateadas y supo quien había sido.
-Disculpame
Alessia se arrojó hacia Sadeth con sus garras y le rebanó la lanza negra y Luna le arrojó sus cimitarras que se clavaron en su pecho.
-Sabías que íbamos a terminar así- fue lo último que le dijo.
En ese momento todos comenzamos a sentir que la esencia se escapaba de nuestros cuerpos, mis alas volvieron a ser las de siempre. Sentí que Asagoth se iba.
-Muchas gracias- escuché que me decía y le respondí:
-Gracias.
Todos los ángeles comenzaron a desaparecer, se desmaterializaron uno a uno y los demonios también. Vimos como los que continuaban en el mundo volvían al infierno y cerraban una vez más sus puertas.
Vi que Lareth se alejaba de nosotros y lo seguí.
-¿A dónde vas?
Él no quiso responderme y continuó su camino.
Nellens estaba sosteniendo a Luna en el suelo que se arrastraba hacia Sadeth.
-Dejame matarlo.
Alessia le dijo que la dejara, pero él no lo hizo.
-Te dije que íbamos a perder los dos- dijo mientras Nellens seguía sosteniéndola.
-Está muerto- le confirmó Alessia.
-Entonces todavía vivo… gané…- dijo en su extraña locura y se apoyó en el hombro del vástago de Bahamut.
-¿Dónde está Lareth?
-Se fue- le dije.
-¿Cómo que se fue? ¿A dónde?
-No lo sé, no quiso decirme
-¿Pero para donde fue? Le señalé hacia las montañas. Vi como se paraba y Nellens la ayudaba, iba a ir a buscarlo estaba segura.
Null llegó y nos contó lo que había pasado en la ciudad imperial y Nellens propuso ir a descansar pero eso todavía no iba a ser posible. Vi a mi padre. Estaba junto a la armada dorada, ahora detenida. Con un cuchillo golpeaba a uno de ellos y decía.
-¡Vamos! ¡Muévanse!- sentí mucha pena por él.
Me dirigí hacia allí y solo le dije una cosa:
-¿Por qué?
Él se abrazó a mi pierna y me miró desesperado. Se sacó la tiara que llevaba y me la entregó.
-Toma, con esto se moverá- agarré el objeto y volví a repetirle.
-Todavía no contestaste mi pregunta ¿por qué lo hiciste?
Él tomó el cuchillo y se abrió un enorme tajo en el estómago. Miré la tiara y pensé que debía arrojarla allí, después de todo la Armada Dorada no se movería sin esencia, pero algo me dijo que no lo hiciera.
Luna estaba encaprichada en buscar a Lareth y no había forma de detenerla, decidí ir a buscarlo yo. Aterricé a su lado.
-Vine a buscarte, Luna quiere que vuelvas.
-Ella ya no me necesita.
-Sí te necesita. Danwe murió, ella ahora es solo una simple elfa, todos ahora somos simples mortales.
-No volveré- me dijo y siguió su camino.
-¿Vas a dejarla sola ahora?
-Ella ya no está sola, los tiene a ustedes.
-Ella te necesita a vos.
Él se dispuso a continuar su camino y yo le dije:
-No pensé que eras tan cobarde.
Vi que sonrió y siguió adelante. Así que volví junto a Luna, sabía que ella no iba a escuchar razones, lo iba a buscar hasta encontrarlo.
-¿Dónde está?
-No quiere volver- le dije tristemente.
-Voy a ir a buscarlo, vos andá.
-No te voy a dejar sola, te puedo llevar con él si querés.
Me preguntaba por qué Lareth había decidido irse, por qué dejarla sola en ese momento, no lo entendía. Llegué a verlo en la distancia y deposité a Luna frente a él. Vi que él la abrazaba y remonté vuelo, sabía que ahora ella estaría a salvo.
Llegué a donde estaban Null y los demás y les dije:
-Vamos a descansar.

FIN DE LA PRIMERA PARTE