miércoles, 17 de junio de 2009

Fecha 6

La desión fue unanime, Corax dijo que él nos podía llevar a Bellizard a Null y a mí y Lamain llevaría a Luna y a los demás a Hellios. Nosotros iríamos a hablar con Asagoth y Luna iría a buscar a Alessia.
Yo sabía que Asagoth vivía en Celestia, en el Norte de Bellizard en la Torre de Arathiel. Bagira le dio la llave de la Rueda del Destino a Null, y la rueda a Luna. Ella se la dio a Krossel que se la colgó del cuello. El centro quedaría en manos de Bagira.
Lamain no tenía cartas de navegación para llegar hasta Hellios así que decidieron que partirían hacia Lessender y de allí conseguirían mapas para continuar. Luego de descansar un poco partieron.
Cuando llegaron a Lessender lo vieron en llamas, estaban en medio de una batalla. Humanos contra humanos bajo el mismo estandarte pero de diferente color. Cuando llegamos un portavoz le entregó a Nellens un mandoble de acero negro con vetas plateadas, era plata estelar.
-Esto se lo envía su padre.
-No me esperaba esto, gracias- él lo miró y lo enfundó.
-Habrá que ir a la casa del notario- dijo Luna.
Las personas que vivían de las afueras corrían hacia el interior de la fortaleza para protegerse, el círculo exterior estaba en plena batalla y las casas ardían en llamas. La guardia urbana los defendía mientras las catapultas bombardeaban la ciudad. Vieron entrar a una escuadra de elfos oscuros bajo el estandarte de la luna y la estrella plateada.
La casa del notario estaba prácticamente intacta, todos adentro se armaban para resistir.
-¿Qué es lo que está pasando en este lugar?- le preguntó Luna al notario, que ya estaba con su armadura calzada.
-Nos están atacando.
-¿Quiénes?
-Parte de las legiones de Amenobriga, comandadas por el hijo mayor de Toro del Norte.
-¿Dónde esta él ahora?
-Con la caballería.
Luna se dirigió hacia el campo de batalla e hizo volar por los aires las catapultas. El colmillo de Fenris se iluminó y Nellens desenfundó su nueva espada.
-No los mates, tratemos de evitar muertes innecesarias- le dijo Luna.
Luna avanzó hacia el general mientras Nellens y Krossel despejaban el camino con ráfagas de energía que hacían retroceder a los hombres. La tierra se levantaba cuando descargaban los golpes y muchos fueron despedidos por los aires. El ejército comienzó a retroceder, Luna siguió avanzando y sacó un paño blanco y lo sostuvo en alto, pero le arrojaron una lluvia de flechas. Ella las frenó a todas en el aire y las redireccionó hacia ellos.
-Buscamos paz, dejen de atacarnos si quieren vivir- les dijo Nellens.
-Queremos hablar con su líder- dijo Luna.
Todos estaban pálidos de terror y les abrieron camino hasta su jefe, que estaba igual de aterrado. Luna le apuntó a él con todas las flechas.
-¿Quién eres tú?- le preguntó Luna.
-Eh… Eh… mi nombre es…
Él sin poder seguir hablando se arrodilló en tierra y clavó la espada en el suelo.
-¿Por qué has atacado al pueblo?
-Por usted señora. Él ayuda a mi padre y es un traidor.
-No hay necesidad de tantas muertes- le dijo y luego le informó- Su padre se encuentra en el sur abriendo las puertas del infierno.
Vio que él se sentía sumamente avergonzado por eso. Luna se dio cuenta de que parecía mucho más joven.
-Pareces mucho más joven de la edad que deberías tener…
-Mi padre encontró algo en el norte, él volvió cambiado y sabía manejar la esencia. En el viaje encontró a un hombre que le enseñó.
-Sadeth
-Seguro- dijo Nellens.
Luna le pidió que todos fueran a ver al notario y cuando llegaron a la ciudad, él les dijo:
-Veo que ha capturado a los salvajes. Deberán ser castigados por todo esto.
-Eso es algo que yo determinaré.
-Toro del Norte es nuestro libertador.
-Vuestro “libertador” va a abrir las puertas del infierno ¿sabías eso?
-No. Él no haría eso.
-Depende con quien se haya encontrado.
-Y de quién lo esté manipulando- agregó Nellens.
Luna les dice a los dos que deben unirse, que todos ellos son de Lessender “Si llega a haber inconvenientes, puedo llegar a enojarme mucho” les aclaró.
Vieron que un grupo de cadormens se acercaba a ellos. Luna reconoció a Dalia y la saludó.
-¿La esposa de Null donde está?- le preguntó.
-Ella decidió hacer un viaje al norte- le respondió Dalia.
Luna le pidió los mapas al notario y él le dijo que tendría todo aquello que necesitara.
Dalia se acercó a Nellens y lo abrazó efusivamente.
-Que bueno verte.
-Gracias- le respondió ella.
-Me alegra saber que estás bien.
-¿Qué está pasando?
-En resumidas cuentas tenemos que evitar que se abran las puertas del infierno.
Atrás de ella venía Madre Baenre que lo saludó:
-Joven dragón como le va. Tengo entendido que es de la casa de Bahamut.
-Así es.
-Es un honor que hay elegido a mi hija. Veo un futuro interesante en nuestras dos familias. Me gustaría que nuestra unión se concrete en un vástago de ambos.
-Lo que ella más quiera me haría feliz.
-Si necesita algo para su viaje a Hellios, no tiene más que pedirlo. Le puedo prestar a mis arqueros.
Luego cuando Nellens y Dalia hablaron a solas ella le confesó:
-Yo no soy una cadormen “normal”. Estoy lejos de la actitud feminista de mi madre que piensa que debemos dominar sobre los hombres. Yo solo quiero estar con vos. Si voy a morir quiero saber que amé a alguien enserio. No como mi mare que jamás pudo hacerlo.
-Quiero que tengamos esto bien en claro, no nos apresuremos
-Yo puedo vivir muchos años- le dijo mientras le sonreía.

*****

Luna, Nellens, Lareth, Lamain y Krossel caminaban hacia Hellios, una tormenta de nieve los azotaba. Vieron una figura negra en el aire, era Máscara de los Inviernos que venía acompañado de su Jurgenot, un horrible ser compuesto de carne muerta del tamaño de un edificio. Vieron manchitas negras en la nieve, era su ejército que se estaba desplegando.
-¡Mascara!- grito Luna y todos la miraron.
Trató de sentir donde estaba Alessia y les indicó el camino. El Jugernot disparó un rayo de energía hacia ellos. Krossel corrió hacia un lado y Nellens hacia el otro dispuestos a destruirlo.
-Ustedes encárguense del ejército- les dijo Nellens y sacó la espada que le diera su padre. Corrió hacia el Juguernot seguido de Krossel. Lamain utilizó su espada para hacer un corte en el espacio tiempo y trajo a su lado a Jaria, ella le tiró un arco y lo vieron apuntar hacia el Jugernot.
-Vos por el brazo derecho, yo por el izquierdo- le dijo Krossel que empuñaba el colmillo de Fenris. Nellens asintió. Mientras se acercaban a él iban descargando golpes de energía con las espadas y el ejército de Máscara de los Inviernos era arrojado lejos a su paso.
-Apurate- le dijo Lamain a Luna.
-Sí, me apuro porque sino no va a quedar ejército que matar- dijo y sacó sus cimitarras. Llegó hasta la prisión y comenzó a descender. Vio a Alessia atada con cadenas a la pared y un vórtice de energía caótica a su alrededor.
-Mi señora- la saludó Luna.
-¿Me sacás de acá así charlamos?- le dijo ella.
-Si me decís una forma de sacarte…
Ella se miró las muñecas.
-Metal, metal.
-Ah! La forma clásica- dijo Luna que se arrojó con sus cimitarras a cortar las cadenas hacia el foso. Luego utilizó su poder para flotar en el aire y sacarlas de allí.
-Bueno chicos, nos vamos- dijo Luna cuando volvió al campo de batalla.
-Ok, hay que apurar los trámites- dijo Nellens mientras seguía rebanando con la espada al Jurgenot. Le abrió un enorme agujero a Krossel para que él pudiera llegar hasta Máscara de los Inviernos. Acto seguido se fue a donde estaba Luna.
El Jurgenot comenzó a explotar desde abajo y se convirtió en ceniza. El ejército comenzó a desvanecerse con él. Luna vio la espada de Krossel e intento levantarla para llevarla con ella pero era muy pesado, no veían a su amigo el lobo por ningún lado. Luna no podía sentir su presencia y creyeron que había muerto. De repente vieron que debajo de la nieve algo se movía y Krossel se sacudió la nieve.
-¡Estúpido! Pensé que habías muerto.
-¿Yo muerto?- dijo sonriendo- dame eso, que yo lo llevo- y tomó la espada que Luna no podía ni siquiera levantar sin ningún problema.
Todos sintieron nuevamente un estremecimiento en la esencia y Luna le pidió a Lamain que los llevara donde estábamos nosotros.

******

Yo estaba muy cansada. Sabía lo que tenía que hacer de ahora en más pero necesitaba dormir y teníamos algunas horas.
Busqué algún lugar y mientras estaba en eso me lo encontré a Kuman, el humano que seguía a Lamain.
-Señorita ¿en que puedo ayudarla?
-Solo necesito descansar un poco.
-Venga, yo la llevaré a una habitación.
Él me llevó hasta un cuarto.
-Cualquier cosa que necesite solo tiene que avisarme.
-Gracias.
Cuando entré noté que me había llevado a su propio cuarto. Era muy sencillo pero acogedor, en nada parecido a mi lujoso cuarto de Bellizard, pero su cama era extremadamente cómoda. Me dormí enseguida.

Null caminaba por un pasillo y se lo encontró a Kuman custodiando una puerta. Él le dijo que yo estaba durmiendo adentro.
-¿Tómo mucho?
-Solo está dormida.
-Por eso ¿tomó mucho?
-No, estaba sobria.
Cuando me desperté salí para buscarlo a Null, afuera estaba Kuman medio dormido en la puerta. Lo llamé tocando su hombro.
-Señora.
-No era necesario que te quedaras aquí ¿dónde está Null?
-Está hablando con Corax, es por aquí.

-¿Qué vamos a hacer ahora?- le dijo Corax.
-Nuestra paladin quiere ir a ver a su diosa.
Comenzaron a hablar de los dioses. Null decía que no entendía en que cuadraba el caos en todo eso, ella (Alessia) no tenía una contrapartida. Corax le dijo que en un principio existió el vacío y así nació también la creación. La creación era cambio y el caos es en sí mismo cambio creativo. Así tenían a alguien que creaba (Danwe), alguien que le daba dinamismo (Morwell) y alguien que controlaba (Asagoth).
Pero Null tenía varias dudas, entonces si existían Luna y Alessia ¿por qué Asagoth no tenía representación en la Tierra? ¿Por qué los Aasimar peleaban entre sí? ¿Cuándo se había roto la cadena de mando? ¿Por qué exaltó Toro del Norte? ¿Qué papel jugaban los humanos en todo eso?
Corax le dijo que a todos les faltaba algo. A los humanos no. ¿Qué debía desaparecer de la Tierra para que el mundo se nivelara nuevamente? “Quizás nosotros, los poderosos somos el verdadero mal” reflexionó.
Si existía una raza que podía controlar los tres aspectos, ¿para qué tener guardinales o señores de la muerte? “Pensá que pasaría si desapareciera la esencia”
Entré al lugar donde estaban y le dije a Null.
-Vamos.
Y él me siguió una vez más.

Corax abrió un agujero en el espacio tiempo y nos transportó al sur. Llegamos en medio de las montañas, hacía mucho frío. El primero en cruzar fue Null. Y cuando lo seguí vi un cuadro horroroso. Entre las dos torres se alzaba el ejército de los Celestiales, junto a los Aasimars y la Armada Dorada. Del otro, la Armada Infernal y junto a ellos Toro del Norte. En ambos bandos miles de humanos peleaban en uno u otro bando.
-Creo que llegamos en mal momento- dijo Null.
A lo lejos se escuchó el cuerno de Barratiel y los ejércitos avanzaron. No pude soportar la visión y caminé con la cabeza gacha, cubierta con la capucha.
Al llegar a la torre nos recibió un magistrado de Zariel.
-Null de la casa Sofia, ¿a qué se debe su visita?
-Venimos a hacer averiguaciones.
-Señorita- me dijo agachando la cabeza. Yo no podía entender cómo podía estar tranquilo con lo que estaba pasando a solo unos metros. Lo saludé bajando la cabeza.
-Venimos a hablar con la diosa.
Él nos condujo hacia adentro. Llegamos a una gran sala, en el centro se alzaba un altar circular y sobre él la majestuosa imagen de Zariel de cinco metros de altura. Su piel brillaba como si incontables estrellas se hubieran posado sobre él. Tenía una túnica dorada. A su alrededor todos los zariels se encontraban orando.
-¿Quién será el portador?
-Yo- dije simplemente y él me miró para que lo siguiera. Cuando me dispuse a seguirlo sentí que alguien me tomaba de la muñeca, era Kuman. Lo miré como tranquilizándolo y él me soltó.
Cuando llegué junto a Zariel me arrodillé ante él, me sentía tan pequeña. Él colocó uno de sus enormes dedos debajo de mi barbilla y me levantó el rostro hacia él para que lo mirara. Me dijo que me pusiera de pie.
-Alexia ¿por qué has venido?
-Quiero detener esta guerra inútil.
-¿Estás segura?
-Muy segura.
Él se sacó el collar que tenía puesto y lo vi empequeñecerse hasta que lo pudo sujetar a mi cuello. En ese momento sentí que me transportaba a otro lugar. Era un largo pasillo, siete estatuas de ángeles lo circundaban. Algunas con vetas negras, otras con vetas doradas. Al fondo lo vi a Zariel empuñando una espada y a su lado una luz que brillaba incandescente. Me acerqué y vi una mujer rubia, muy hermosa, apenas llegaba a distinguir su contorno. A medida que me acercaba sentí que crecía hasta tener la misma altura que Zariel. Me arrodillé frente a ella. No pude contenerme más y lloré.
-Señora
Ella me vio llorar y yo me sentí contenida.
-Vine a hablar con usted, quiero detener esta guerra.
-Hay una forma de hacerlo. Pero tendrás que ser mi representante en la Tierra ¿lo comprendes?
-Lo que sea para detener esto. Asumiré la responsabilidad- Ella me sonrió.
-Reuniendo la rueda del destino y a las tres diosas podrán detener la guerra.
-Haré lo que sea necesario.
-Que así sea.
Ella puso su mano sobre mi frente y sentí que me rodeaba un aura de luz. Cuando abrí los ojos vi que brillaba más allá de lo imaginable. Tenía seis pares de alas doradas y volé al exterior, el techo se abrió ante mí y vi como los zariels me seguían.
Me dirigí hacia los dos ejércitos, sentía que todo se detenía al llegar y lloré sobre el campo de batalla y todos me vieron hacerlo. Aterricé entre los dos ejércitos y con los zariels los dividimos en dos.
Llamé a Barratiel y a Azmodeus sin hablar y ellos se acercaron.
-¡Basta! Detengan esta guerra inútil.
Barratiel me miraba como si hubiera cometido un gran pecado.
-Detengan esta matanza.
-Pero señora, ellos están saliendo del infierno a destruirnos…
-Pero nada, ellos tienen derecho a vivir aquí como nosotros.
Azmodeus me miró incrédulo.
-No vamos a irnos si ellos no se retiran primero.
Barratiel sacó su espada al igual que sus seguidores. Lo detuve con mi mano.
-Retírate.
Y en ese momento lo vi llegar a Null.
Llamé a Toro del Norte, un aura maligna lo rodeaba, estaba cubierto de odio. Le toqué la frente y sentí como mi brillo se apagaba. Yo no podía hacer nada por él. Se dirigió nuevamente al lado de sus tropas.
Null y yo volvimos a hablar con Barratiel y Azmodeus pero no quisieron escuchar razones. Azmodeus escupió el suelo frente a Barratiel y él lo quiso atacar.
-¡No!
-Pero señora, me está insultando…
-Esto no va a llevar a nada salvo a muertes innecesarias.
Pero Azmodeus se dirigió nuevamente hacia su ejército y la batalla parecía inminente.

Cuando llegaron Luna nos saludó y me preguntó qué pasaba. Le dije que había estado intentando que terminaran con esa locura pero que hasta ahora no había podido conseguir demasiado. Ella llamó a Toro del Norte. Le dije que había querido purificarlo pero no había podido.
-¿Qué estás haciendo?- le preguntó Luna.
-Dijo que ibas a preguntar eso.
-Sadeth sabés que si me matás, después te van a matar a vos.
-¿Sadeth?
-Sí.
Y Toro del Norte se convirtió en Sadeth.
-Podemos cambiar esto, no podés vivir con esa ira.
-No voy a destruir el mundo, el mundo lo vas a destruir vos.
Y mientras ellos hablaban vi que Lamain sacaba sus espadas y abría dos agujeros en el espacio y comenzaba a sacar dragones por ellos, Jaria lo ayudaba. Solo seis dragones lograron salir a tiempo. Nellens vio que del otro lado había miles de demonios y los dragones luchando como último bastión. Nellens quiere cruzar por uno de los agujeros pero Lamain lo agarra de la ropa, él queda entre medio de ambos planos.
-Vas a tener que seguir con lo que yo empecé- le dijo Bahamut y lo empujó hacia el otro lado.
-Nooooo- gritó Nellens al ver que su padre se quedaba allí para morir.
Lo vi arrodillarse sobre el suelo y me arrodillé junto a él abrazándolo. Él no me dijo nada pero agachó la cabeza muy afligido. En ese momento la vi a Luna desenvainar las cimitarras y desafiar a Sadeth. Él materializaba una horrible lanza de energía negra.
-Vení, somos vos y yo.
Ella lo atacó pero él frenó las cimitarras y hubo una gran explosión de energía. Me paré entre ellos dos para frenar el combate, pero Sadeth la miró a Luna sobre mi hombro, no parecía querer terminar con eso y se preparó. No podía dejar a Luna sola y me paré a su lado. La miré a Alessia, ella estaba parada al otro. Entre las tres comenzamos a combinar nuestros poderes para arrojarle un rayo de energía. Él se preparó para el impacto. Nellens en el suelo vio como las tres nos transformábamos. Luna parecía tener una máscara en la nuca, una capa negra la cubría. A Alessia comenzaron a crecerle pelos y pezuñas de animal. Yo estaba al rojo vivo y mis cabellos se tiñeron de negro. Nellens vio el terror de que las tres diosas se convirtieran en Death Lords e intentó absorver la energía de las tres para redireccionarla a la tierra. Utilizó el anillo que le había confeccionado Null antes de separarnos para convertirse en un dragón gigante y se interpuso en el trayecto del rayo. Alessia había podido refrenarse un poco y yo lo vi a Kuman en el suelo, venas azules cubrían su rostro, lo estábamos consumiendo todo, quería parar pero ya no podía hacerlo, me refrené en el golpe todo lo que pude. Nellens no logró su propósito y el rayo que había sido verde y luego se convirtió en negro le pegó de lleno, se convirtió en humano y cayó al suelo. El impacto del rayo también lo arrastró a Sadeth que quedó clavado en la montaña.
Corrí hacia Nellens pero no podía curarlo, él estaba muy herido y me dijo:
-Es lo que quiere, parenla a ella.
Me dirigí nuevamente hacia Luna. No veía a Null ¿Dónde se había ido? Lo necesitaba a mi lado.

En el medio del desconcierto Null, Krossel, Corax y Bagira desaparecieron. Corax los transportó a la ciudad imperial. Eran dos ejércitos, humanos contra humanos, uno de ellos dirigido por Toro del Norte. Null intentó razonar con él, pero a medida que él le hablaba el humano destruía todo a su paso.
-Te voy a tener que parar, no podés hacer esto.
-Me gustaría que lo intentes- dijo y casteó un hacha gigantesca.
Null intentó despejar de motas el lugar y las absorbió, cuando las direccionó hacia Toro del Norte lo atravesó de lado a lado con un rayo de energía y fue su final. No había sido su intención pero no pudo controlarse.
-¿Qué hice?
En ese momento vio un pedacito de tela debajo de una gran roca que le llamó la atención. Cuando la levantó haciéndola volar por los aires vio debajo el cadáver de Ini. La ira se apoderó de él y comenzó a convocar meteoritos que caían sobre los dos ejércitos. Cuando vio que no podía refrenarse los envió contra la ciudad imperial y la misma comenzó a caer, la destruyó por completo.
Nellens frenó cuando lo vio a Corax, a su lado estaba Bagira.
-¿Qué hacemos?
-¿Probamos cómo se usa esto?- dijo mostrando la llave. Krossel y él le entregaron sus partes a Bagira que las unió al centro. La rueda comenzó a girar y las motas de energía empezaron a entrar en ese extraño objeto. Era una rueda que estaba drenando toda la esencia libre. Luego de hacer su trabajo y eliminar toda la esencia del mundo se desintegró.

Luna iba hacia Sadeth y le dije a Alessia.
-Hay que frenar a Luna.
Ella pareció estar de acuerdo conmigo y nos dirigimos hacia ella. Luna corre hacia Sadeth con las cimitarras en mano, pero antes de llegar a él siente un pinchazo en la espalda. Era Nellens que la atravezó con su espada negra. Luna vio el trozo de metal negro con vetas plateadas y supo quien había sido.
-Disculpame
Alessia se arrojó hacia Sadeth con sus garras y le rebanó la lanza negra y Luna le arrojó sus cimitarras que se clavaron en su pecho.
-Sabías que íbamos a terminar así- fue lo último que le dijo.
En ese momento todos comenzamos a sentir que la esencia se escapaba de nuestros cuerpos, mis alas volvieron a ser las de siempre. Sentí que Asagoth se iba.
-Muchas gracias- escuché que me decía y le respondí:
-Gracias.
Todos los ángeles comenzaron a desaparecer, se desmaterializaron uno a uno y los demonios también. Vimos como los que continuaban en el mundo volvían al infierno y cerraban una vez más sus puertas.
Vi que Lareth se alejaba de nosotros y lo seguí.
-¿A dónde vas?
Él no quiso responderme y continuó su camino.
Nellens estaba sosteniendo a Luna en el suelo que se arrastraba hacia Sadeth.
-Dejame matarlo.
Alessia le dijo que la dejara, pero él no lo hizo.
-Te dije que íbamos a perder los dos- dijo mientras Nellens seguía sosteniéndola.
-Está muerto- le confirmó Alessia.
-Entonces todavía vivo… gané…- dijo en su extraña locura y se apoyó en el hombro del vástago de Bahamut.
-¿Dónde está Lareth?
-Se fue- le dije.
-¿Cómo que se fue? ¿A dónde?
-No lo sé, no quiso decirme
-¿Pero para donde fue? Le señalé hacia las montañas. Vi como se paraba y Nellens la ayudaba, iba a ir a buscarlo estaba segura.
Null llegó y nos contó lo que había pasado en la ciudad imperial y Nellens propuso ir a descansar pero eso todavía no iba a ser posible. Vi a mi padre. Estaba junto a la armada dorada, ahora detenida. Con un cuchillo golpeaba a uno de ellos y decía.
-¡Vamos! ¡Muévanse!- sentí mucha pena por él.
Me dirigí hacia allí y solo le dije una cosa:
-¿Por qué?
Él se abrazó a mi pierna y me miró desesperado. Se sacó la tiara que llevaba y me la entregó.
-Toma, con esto se moverá- agarré el objeto y volví a repetirle.
-Todavía no contestaste mi pregunta ¿por qué lo hiciste?
Él tomó el cuchillo y se abrió un enorme tajo en el estómago. Miré la tiara y pensé que debía arrojarla allí, después de todo la Armada Dorada no se movería sin esencia, pero algo me dijo que no lo hiciera.
Luna estaba encaprichada en buscar a Lareth y no había forma de detenerla, decidí ir a buscarlo yo. Aterricé a su lado.
-Vine a buscarte, Luna quiere que vuelvas.
-Ella ya no me necesita.
-Sí te necesita. Danwe murió, ella ahora es solo una simple elfa, todos ahora somos simples mortales.
-No volveré- me dijo y siguió su camino.
-¿Vas a dejarla sola ahora?
-Ella ya no está sola, los tiene a ustedes.
-Ella te necesita a vos.
Él se dispuso a continuar su camino y yo le dije:
-No pensé que eras tan cobarde.
Vi que sonrió y siguió adelante. Así que volví junto a Luna, sabía que ella no iba a escuchar razones, lo iba a buscar hasta encontrarlo.
-¿Dónde está?
-No quiere volver- le dije tristemente.
-Voy a ir a buscarlo, vos andá.
-No te voy a dejar sola, te puedo llevar con él si querés.
Me preguntaba por qué Lareth había decidido irse, por qué dejarla sola en ese momento, no lo entendía. Llegué a verlo en la distancia y deposité a Luna frente a él. Vi que él la abrazaba y remonté vuelo, sabía que ahora ella estaría a salvo.
Llegué a donde estaban Null y los demás y les dije:
-Vamos a descansar.

FIN DE LA PRIMERA PARTE

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